domingo, 2 de octubre de 2011

MAESTRO: ¡EDÚCAME CON TU EJEMPLO!


Necías E. Taquiri Y.

Cuando empezamos a trabajar profesionalmente en la enseñanza, todo era competencia. Pero, una competencia sana, transparente, a pesar de lo dura que nos resultaba a los que estrenábamos. Una competencia frontal, sin chismosos de por medio que nos pudieran haber hecho pisar el palito, sin los ahora multiplicados 'montesinuchos' que parecieran haber nacido para envidiarte y dañarte, y sin temor a equivocarse tampoco, porque los propios 'contrincantes' se encargaban de ayudar al que lo requería.

Fue cuando, en el ahora vetusto 'patio de primaria' de los ex Planteles de Aplicación "Guamán Poma de Ayala", con la colaboración decidida del Ing. Químico Oscar Ramos (a quien los alumnos lo llamaban cariñosamente 'Mosquitar'), entonces profesor de dibujo (y qué bien enseñaba), decidimos pintar la frasecita: "Enséñame con tu ejemplo", la que en 26 años -felizmente- no fue borrada y está tan latente como su propio mensaje.

Tiempos ésos en que hablar de educación en todos los pasillos era moralmente obligatorio, porque era la actividad laboral para la cual vivíamos. Pero, como sólo hablar no era suficiente para nadie, y había que demostrar en los hechos cuanto hablábamos sobre educación, no tuvimos más idea que pintarlo en la pared, para leerla a diario, con fines de provocación cotidiana, a que pongamos el ejemplo y aspiremos a que nuestros condiscípulos nos sigan: "Maestro: edúcame con tu ejemplo".

Llegada la hora de la 'calificación' intersecciones e interdocente, ocupamos el primer lugar, por encima de los colegas que habían ambientado sus aulas hasta dejarlas hechas un anís, con maceteros limpios, nuevos y nativos, con los rincones de interés realmente interesantes, con sus pequeños muebles luciendo como nuevos y, en fin, con lo mejor que se les ocurrió a los profesores o a los alumnos, para mantener agradable 'nuestro segundo hogar'.

Lo recuerdo ahora, a propósito del manoseado tercio superior que es exigencia para ingresar a la docencia y podría subir al quinto superior o bajar al medio superior, o premiar a los traidores del Sutep que se presentan a la evaluación censal, aunque no hayan logrado el tercio superior, incluyéndolos.

Y pensando en el tercio o quinto superior de mis estudiantes, recuerdo que para mí todos eran iguales, aunque todos ellos fueran particularmente distintos. Con ese criterio presentamos un proyecto para que en los PAGPA no se diplome a nadie, no se discrimine a los que obtienen notas bajas y no se 'expulse' a los que se desaprueban. Una golondrina -dicen- no hace verano, no nos hicieron caso y siguieron premiando a los chancones (hasta ahora) y 'expulsaron' a los repitentes (como ahora).

¿Dónde estarán esos muchachos que egresaron de primaria llevando el nombre de César Vallejo?, me pregunté tantas veces. ¿Y cuánto recordarán del "edúcame con tu ejemplo" pintado en los ex Planteles de Aplicación? Uno está en Japón y es Ing. Electrónico (de él recibo saludos y fotografías). Otra trabaja entre Québec y México, para orgullo de sus padres y el nuestro propio. De tres o cuatro, sé que son ingenieros alimentarios y participan con lustre en proyectos nacionales. Una psicóloga que asesora una empresa nacional. Un chef internacional que vino, enseñó, sembró discípulos y se fue, etc. ¿Cuál de ellos fue 'el mejor'? Bah, qué importancia tiene, todos fueron como hermanos y ahora viven recordándose como tales.

Me gustaría reunirlos para comentar la frase y el mensaje meritocrático falso de los gobiernos actuales con su tercio superior. Juro que estos muchachos estarían de acuerdo conmigo y le dirían: Ah, Ministro, qué sabrá usted de la dulzura y excelsitud de haber sido, seguir siendo y morir sabiéndose simplemente Maestro. ¿Y el tercio? ¡A la chirona!    

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