lunes, 24 de octubre de 2011

¡LOS PEATONES TAMBIÉN ATROPELLAN!


Necías E. Taquiri Y.

“Yo manejaba calmadamente, señor, cuando de pronto, con todo el peso de su irresponsabilidad, este niño atropelló mi vehículo, habiéndolo hundido la portezuela con la punta de su zapato; exijo justicia, quiero drástica sanción, porque además me dijo groserías y me amenazó con romper todas mis lunas, si me atrevía a denunciarlo” (fue lo que dijo, más o menos, el conductor de un Toyota Yaris, recientemente adquirido con el ahorro de cinco años).

El Policía sonrió, pidió la tarjeta de propiedad, la licencia de conducir, el DNI, el SOAT, y ordenó que lo lleven a Sanidad, para que le hagan dosaje etílico. Luego ordenó que la fiscalía vea lo pertinente, porque “no obstante haber comprobado que no había lesiones (en el cuerpo del niño, obviamente), salvo un ligero rasmillón en el empeine, y algo de distensión nerviosa, una suerte de disloque, tras el examen médico que por supuesto tuvo que pagar el conductor del vehículo, “así es como se procede, cuando se trata de daños personales”, aunque el virtual agresor resulte ser el peatón, como en este caso un escolar; en otras ocasiones puede ser un caballero, en otras, una señora, o aunque sea un perro que se te cruce en el camino, y su dueño termina por denunciar.

Consecuentemente, en la ciudad de Ayacucho, que tiene un parque automotor descomunal, los accidentes de tránsito no son ocasionados únicamente por los conductores, si no, también por los peatones que nunca respetan las señales de tránsito, caminan y cruzan las calles por donde quieren, juegan en las calles como si fueran campos de fulbito y hasta se instalan con sus carretillas, triciclos, carpas y negocios en plena vía pública, como ocurre en la esquina de Asamblea con Mariscal Cáceres, la esquina del colegio Froebel, puerta del Bosco, Magdalena, etc.

Las señales de tránsito son nuestra guía en las calles, avenidas y caminos. Independientemente de que habría que estudiarlas para rendir el examen de conducir, son indispensables para la convivencia en la vía pública y cada ciudadano tiene el deber de conocerlas.

Muchos creen que sólo los conductores de vehículos de cuatro ruedas deben respetar estas señales; sin embargo, son de cumplimiento obligatorio no sólo para ellos, sino también para motociclistas, ciclistas y todos los peatones.

Lo lamentable es que los habitantes de Ayacucho no dan la debida importancia a esta simbología. A esto se suma el descuido de las autoridades municipales y de Tránsito, que colocan señales arbitrariamente y al calor de las necesidades urgentes, lo que ocasiona confusión en quienes transitan las diferentes arterias de la ciudad.

Otro problema son los “pasos de cebra”, que no cumplen las normas requeridas de visibilidad. Estas líneas, que representan el espacio por el que los peatones deben cruzar de una acera a otra, no deberían despintarse por el uso constante o por efecto de las primeras lluvias.

En vez de ser un resguardo para el peatón y garantizar que los vehículos no se coloquen sobre ellas, en la práctica ocasionan un efecto contrario. Generalmente se ven allanadas por motorizados que esperan el verde del semáforo para seguir camino, lo que ocasiona que los transeúntes tengan que esquivar las motos y autos para lograr cruzar la calle.

¿Los semáforos? Ni qué decir, pareciera que representan la bandera a cuadros de los circuitos de carrera, porque tras cambiar la luz a amarillo, los vehículos arrancan como si estuvieran en una competencia de Fórmula Uno. La diferencia es que estas malas costumbres en la ciudad representan un gran peligro, ocasionando accidentes y hasta la pérdida de vidas.

Ahora hablemos de los letreros. Aquellos que denotan límites de velocidad, sobre todo en las proximidades de las unidades educativas, son respetados por pocos conductores, tanto así que el gobierno Municipal se ha visto obligado a colocar “rompe muelles” en muchas calles y avenidas de la ciudad, para forzar a los vehículos a disminuir la velocidad.

Lo propio sucede con las señales de no estacionar. Es común ver motocicletas y vehículos de cuatro ruedas parqueados justo al lado de esta señalización, bloqueando puentes, parqueos de transporte público, ingresos a hospitales y otros.

 
Todas las omisiones a las normas de Tránsito que hemos mencionado, son infracciones penadas por Ley y sobre todo, atentan contra la seguridad de las personas. Sin embargo, son cometidas diariamente a vista y paciencia de las instituciones competentes.

 
Hay que insistir en la educación vial ciudadana. No solamente en la evaluación de los conductores, sino de los peatones. Si vamos a caminar como en nuestra chacra y luego de un accidente del tipo que hemos comentado al principio, sin que se le multe, sancione o detenga al peatón, entonces, seguiremos siendo incompletos aún en este elemental comportamiento ciudadano.

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