FOLCLOR:
El pueblo lo vive
José María Arguedas (1911-1969)
No se puede establecer categorías cualitativas entre intérpretes y regiones
que tienen una tradición musical tan diversificada como la que hay en nuestro
país.
¿Con qué criterio podría alguien afirmar que un conjunto de bailarines o un
instrumentista de Huamanga, que interpretan legítimamente el repertorio de su
tradición, es inferior o superior a otro conjunto o instrumentista que
igualmente interpreta con toda propiedad y valor artístico el repertorio del
Cuzco o de cualquier pueblo de Áncash?
¿Cómo sería posible establecer diferencias de calidad entre un arpista y un
charanguista, aun cuando ambos pertenecieran a la misma localidad?
Solo en el caso de comparar intérpretes del mismo pueblo y del mismo género
habría quizá, y repito que quizá, alguna forma de establecer categorías, siempre
que se presentara el caso de calificar artistas de recursos y talento de niveles
realmente diferentes.
Para el jurado que he presidido en el reciente concurso de Radio Nacional, el
conjunto Sol de los Andes, de Áncash, no es superior al Ccoriccocha, de
Querobamba, ni este es inferior o superior al Caraybamba, de Apurímac: los tres
tienen el mismo valor.
Así como el admirable dúo de la Lira Paucina no es inferior ni superior al
excelente dúo huancaíno que forman los señores Herrera y Cárdenas y que han
obtenido el primer puesto para el contrato con Radio Nacional.
La misma afirmación la hacemos extensiva a los cantantes e instrumentistas.
Juzgamos a Olga Alata, que ha sido designada en el primer lugar para el contrato
con la Radio Nacional, como de calidad equivalente a Carlos Cisneros, de
Chumbre, provincia de Cangallo, que solo ha recibido un premio de estímulo o al
merecidamente famoso y tierno intérprete de la canción huamanguina que se
presenta con el nombre de El Huamanguinito y aun a Crecencio Orozco, del pueblo
Querobamba, a quien no se le ha podido otorgar ni siquiera un premio de
estímulo, porque el donativo de la Comisión Nacional de Cultura que salvó el
concurso resultó a la larga insuficiente. Casi todos ellos interpretan con
autenticidad intachable las canciones de sus pueblos. El concurso de Radio
Nacional ha demostrado el mayor valor, en todo sentido, de los intérpretes
auténticos sobre las sopranos que estilizan y desmodulan nuestra tradición
musical [...].
Finalmente, el concurso demostró que, sin salir de la capital, puede
encontrarse la música folclórica de casi todas las provincias del Perú total y
de cómo el Estado no ha podido crear todavía una institución que recoja con la
amplitud necesaria este testimonio imprescindible para el estudio de nuestra
historia social, testimonio que se extingue ante la angustia de quienes conocen
su valor como documento y como expresión directa y palpitante de los diversos
pueblos del país en todas las épocas de nuestra historia.
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