jueves, 20 de octubre de 2011

ANDA CON EL RABO 'MUY' ERGUIDO


Necías E. Taquiri Y.

El hombre se trepa al lomo de sus 'cuatro por cuatro', lleva al lado 'a la del turno', enciende el autorradio a volumen exhibicionista, se estaciona en uno de esos apartamentos especiales donde la sombra se garantiza por 24 horas seguidas, y procede a 'gastar a rabiar', como si ese fuera el último de sus días, en comida exótica, bebidas, cigarrillos y juegos de relajamiento.

¿De quién se trata? ¿De quién estamos hablando?

De un personaje sinuoso que hasta hace poco fungía de docente, y en la más alta instancia de la más alta institución educativa. El último día, cuando el 'maestro' (así también suelen llamarlo) se despedía de la clase, luego de haber entregado sus notas a los participantes del curso; ese día, un alumno habitualmente sereno que sólo sonreía frente a sus magistrales comentarios, se puso de pie y dijo:

"Celebro, señor, que hayamos concluido con el curso. Por doble partida, señor: primero, porque de usted no hemos aprendido absolutamente nada, salvo confirmar que fue un curso de 'introducción y distribución de temas para que investiguemos nosotros y expongamos (lo que usted no lo haría nunca porque no sabe); y, segundo, porque mientras usted hablaba, se sentaba, se levantaba, sonreía, se ponía colorado, se hacía el gracioso, etc., más lo conocíamos, como si le hubiéramos parido. Es decir, si fuésemos mujer, obviamente".

¿De quién estamos hablando? Pues, de un personaje que pasea orgulloso su antigüedad, su dejadez y su descuido profesional envuelto en un terno si bien confeccionado a la medida, en los hechos desigual, especialmente por los bordes del saco, a raíz de la deformidad del cuerpo. El muy descuidado, no se había percatado aún que la curvatura de su columna vertebral ya era una giba y alzaba el lomo del saco. Estaba viejo, pues, sobre todo de espíritu. Egoísta como él solo, le gana en ambición al alcalde millonario que cayó hace poco en la selva y está en cárcel; competía con Fujimori, Montesinos, el fugitivo "rata" León, que funge de moralista desde la clandestinidad; y con el mismísimo diablo inventado por la religión. De él estamos hablando, sin mencionar su nombre, para evitar que nos denuncie judicialmente y nos haga perder el tiempo, y el poco dinero que nos ganamos limpiamente.

¡Pero, también lo describimos con la finalidad de que -ojalá- usted se espante con su figura espiritual, y asustado como esté, así como un niño con el 'cucucha', se cure en silencio y nunca sea como él o como los tipos de su calaña!

El rasgo más inconfundible de este tipo de personajes -que para hipócritas son campeones, en vista de que, tras haberte clavado un puñal por la espalda, puede darte un abrazo, un beso, invitarte 12 botellas de cerveza y hasta ofrecerte a su propia mujer para 'amiga'- es su forma de mostrar la cola; que ciertamente la tiene y le ha ganado un mote. Cualquier otra parte de su cuerpo es bellísima en comparación a su cola: negra, mugrienta, pestilente, pero erguida..., siempre la tiene erguida, muy erguida, diríamos. Y debajo de la cola, el muy rata, muestra la parte más cochina de su cuerpo.

Si lo reconocen por ahí, tómenle una fotografía y remítanla a esta Casa. La necesitamos para graficarla infraganti. Mejor dicho, no la fotografía suya precisamente, ni de su 4x4, sus corbatas, sus escritorios, que las tenemos de sobra, sino de su rabo (el que lo lleva erguido). ¡Esa fotografía! Nuestra cámara personal rechaza esa imagen y, en una ocasión, hasta se nos ha quemado. Ese es el problema.

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