lunes, 17 de octubre de 2011

LA QUINUA ROJA ES RESCATADA DEL OLVIDO

La quinua roja es rescatada del olvido

"El Comercio" , domingo 16 de Octubre del 2011



A Facundo Arce le gusta la quinua desde antes que estuviera de moda, desde antes que fuera parte de las ‘delicatessen’ de las cartas de los mejores restaurantes europeos, cuando era menospreciada en la propia tierra que la engendraba. “Como buen serrano, siempre he comido quinua, desde chiquito”, dice con la sonrisa tan amplia como las alas de su sombrero characato.



Ahora que se redescubrieron sus propiedades proteicas, esas que se conocían desde la época incaica, la quinua ha regresado al trono que siempre le correspondió y don Facundo está feliz. En su chacra de cinco hectáreas en Majes, en la provincia arequipeña de Caylloma, esa quinua brota linda, roja y hoy es su día de cosecha.



No es cualquier día de cosecha. Es la primera que se verá en este pueblo, luego de una campaña desalentadora de otro tipo de quinua. “Hace un año vino una entidad del Estado a ofrecernos sembrar quinua blanca porque tenía buen precio, hasta S/.5 el kilo”, cuenta don Facundo.



Unos veinte agricultores empezaron a cultivarla, pero cuando la tenían en la chacra, la entidad desapareció y no supieron cómo manejar la siembra. “Nos ofrecían los acopiadores S/.2,30. Perdimos. Así es la agricultura, una aventura, a veces ingrata, pero hay que seguir apostando”, dice mientras vigila a sus trabajadores que siegan las plantas de un metro de altura.



A pesar de eso, cuando llegó la organización estadounidense Usaid con el proyecto PRA de reducción y alivio de la pobreza le dijeron que sí a su propuesta de quinua roja. El escenario era diferente: esta vez firmaban un contrato con el comprador a un precio acordado antes de empezar a sembrar. Si el suelo árido de Majes puede seguir siendo agricultor, la quinua también tenía una chance.



ALIMENTO MILENARIO

No por nada la quinua era valorada en la época incaica, se dice a sí mismo Julián Dipas, y lo comprueba con cada cucharada de quinua que come. Él vive en Ayacucho, en el pueblo de El Tambillo, Huamanga, y desde hace 25 años se dedica a la agricultura. “He cultivado alcachofas, alfalfa, papa, todo. La verdad es que nunca había pensado en la quinua en mi chacra, pero empecé con la roja desde hace dos años y han sido campañas exitosas”, dice.



Usaid también llegó hasta allá por medio de la empresa Wiraccocha, que compra a S/.8 el kilo de este grano. “De mi hectárea saldrán dos toneladas y media de quinua. Con apoyo técnico ya podemos tener un trabajo asegurado”, comenta don Julián y mira sus plantitas rojas que en dos meses ya le darán frutos.



Ayacucho es predecesor de la experiencia arequipeña. En ambos casos tienen un trabajo coordinado con los exportadores y Usaid viene a ser el intermediario. José Iturrios, jefe del proyecto PRA, explica que además les ofrecen asesoría técnica y quieren convertir este tipo de agricultura en un negocio sostenible, en un oficio donde el azar del clima es cruel.



Lo mismo que experimenta Julián en su cocina huamanguina pasa en la cocina miraflorina de Flavio Solórzano, el chef del Señorío de Sulco. Amante de este grano desde que le presentaron a los 7 años el ají de quinua, Flavio no se explica por qué la quinua se demoró tanto en ser reconocida. “La quinua es altamente proteica, 200 gr de quinua pueden reemplazar sin problemas a un pedazo de carne y tienen menos calorías. Además el precio es mucho menor”, asegura.



RETORNO A LA GLORIA

Ahora que la quinua que está descascarando llegará hasta Estados Unidos y Europa, Ricardo Luján recuerda cuando le decían que su quinua era comida de pajarito. “Aquí el desconocimiento es grande, tanto que hasta ahora muchos productores tampoco comen la quinua roja”, dice este agricultor ayacuchano de Ccollcca. “No conocen que esta quinua a comparación de la blanca tiene aún más proteínas y no es amarga”, explica.



En Ayacucho, la quinua ha alegrado la tierra. Catalina Espinoza cuenta que la violencia solo los dejaba cultivar para sobrevivir. “Aquí nos quedamos a defendernos, a cuidar la tierra. Ahora yo le echo ají para quitar enfermedades y guano de isla y vacuno como abono. Nuestra tierras valen de nuevo”, dice. Sabe que la agricultura ayacuchana ha vuelto a ser atacada por el narcotráfico. Pero como la quinua, ellos merecen una segunda oportunidad.

No hay comentarios: