Necías E. Taquiri Y.
Empecemos este comentario prestando especial atención a la cuestión social que atormenta a todo Ayacucho: el Hospital. El único con que contamos, de nombre “Miguel Ángel Mariscal Llerena”, con más de 50 años de servicios a la comunidad, ya había colapsado antes de que Molina haya formalizado su mejoramiento con más de 108 millones de presupuesto y un adelanto de 21 millones de soles a los contratistas. Su resolución vino después, tras el descubrimiento de serias irregularidades en todo el proceso, no obstante haberse demolido el área destinada con fines de construcción del nuevo local en el mismo Hospital. Sobre el particular exigimos la más severísima sanción penal para quienes resulten responsables.
Sin embargo, pensar ahora en seguir construyendo el nuevo hospital en esos mismos terrenos, como algunos sugieren luego de haberse opuesto en todos los idiomas, ya no tiene sentido por muchas razones: el malestar que ha causado y seguiría causando, por ejemplo; por el restringido espacio que tiene; y, especialmente, porque el Gobierno Regional de Ayacucho ya consiguió nuevos y mejores terrenos en INIA, vía transferencia legal. Menos tiene sentido esa persistencia, o cualquier otra, tras haber informado Oscorima, el Presidente Regional, durante la conferencia de prensa, que cuenta con un presupuesto acumulado de 92 millones de nuevos soles.
Por ello, sin temor a que ‘un par y medio de periodistas’ aparentemente enajenados, nos endilguen calificativos como ‘oficialistas’, ‘voceros pagados’ o ‘comprados’, que nos tienen sin cuidado porque los tomamos como de donde vienen, además de que por el solo hecho de tener hocico profieren cualquier cosa, sin prueba alguna; expresamos nuestra esperanzada satisfacción de saber que el nuevo hospital tiene dónde levantarse, a pesar de la ‘aberración jurídica’ cometida por el Ministro de Agricultura en contra de los intereses de la población ayacuchana en legítimo derecho de tener dónde curarse y curar a los suyos, como sostuvo Oscorima.
Ahora, si en la resolución anterior que posibilitó la inscripción de estos terrenos como propiedad del Gobierno Regional, por ante el Registro Público, reza efectivamente que ‘es para 1800 viviendas’ (‘solamente, hic), no tendría contrasentido alguno que la autoridad regional posponga esas viviendas y priorice con urgencia la construcción del hospital, en 5 ó 10 hectáreas de un total de 31, previa adenda, modificación o priorización consecuente. Una simple consulta, un referendo público o un debate de las entidades representativas de Ayacucho, que al final es el legítimo propietario de esos terrenos, lo determinaría en ese sentido, con toda seguridad, porque habría que ser huancaíno, colombiano o marciano, para estar en contra del propósito benéfico, con aunque sea rebuscados fundamentos legalistoides.
En cuanto a las actividades del INIA, que por supuesto informamos, reportamos y alabamos desde sus orígenes, nunca diríamos que no son importantes o que deban suspenderse. Al contrario concebimos que el Instituto debe descentralizarse, sentar presencia en las poblaciones más alejadas de la región y, de acuerdo a las necesidades específicas, sigan investigando en forma contextualizada y multidisciplinada. Eso es coherente, dinámicamente hablando. A menos que sintamos desprecio por las comunidades del interior o que, como si no hubiéramos nacido en estas tierras, prefiramos que las odiosas transferencias de salud nos lleven a Ica, Huancayo o Lima, a falta de un hospital debidamente equipado y con los especialistas necesarios. Un ayacuchano consciente, jamás querría esta situación.
En cuanto al viejo Hospital, que ha quedado herido, embarrado, tétrico y hasta peligroso, por la acción de los mercenarios que siempre quisieron sacar beneficios económicos hasta de la desgracia, debemos exigir que se declare en emergencia, se reconstruya sus ambientes demolidos, para que se restablezcan sus servicios a la comunidad ayacuchana, paralelamente a la construcción del nuevo hospital, con el dinero necesario y en el tiempo más prudente.
Finalmente, si nuestros conciudadanos salen a las calles exigiendo su Hospital, nosotros los comunicadores profesionales, tenemos la obligación de concientizar racionalmente los mecanismos más adecuados para que nuestro sueño se haga realidad. No será la última vez que lo hagamos, porque el pueblo (digo el pueblo y no cuatro gatos y tampoco masas amorfas), ha arrancado sus más sentidas necesidades siempre luchando en las calles, manifestándose, gritando libremente, porque es su derecho.
Por ello, empezando por el FREDEPA y terminando acaso en el gobernador aprista o fujimorista o toledista, procuremos que no nos pongan cortapisas en el camino y no se comporten, mucho menos, como enemigos nuestros, aunque sea recordando que en estas tierras, con nuestras aguas y con nuestros aires, es que tienen lo que tienen, empezando por sus vidas. ¡Queremos el hospital!, es la consigna del momento; como consigna popular es aplastar todos los indicios de oposición al pueblo, con el cuento del ‘trámite equivocado’, defendiendo a un Ministro que por lo visto, no solo representa a la patronal, si no que no nos quiere o está mal inducido
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HOSPITALES , HOSPITALES , AMOR AL DINERO .......CONGRESISTA EDUARDO NAYAP EN BAGUA CAPITAL :Luego, el congresista Nayap, acompañado de su equipo de trabajo congresal visitó las instalaciones del Hospital de esta ciudad, comprobando las deficiencias de infraestructura, materiales y equipos de este centro de salud. “Nuevamente se comprueba el desmedido amor al dinero que tienen algunas personas, pues estos proyectos han sufrido malversaciones de sus fondos presupuestales en su puesta en marcha, actos de corrupción que ponen en peligro a toda la población amazonense.
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