martes, 20 de septiembre de 2011

MÁS LIBRES, MÁS RICOS Y MÁS FELICES

Necías E. Taquiri Y.

Cuanto más madura el hombre con el tiempo y las experiencias, cuanto más consciente es de lo que dice o hace, cuanto más realizado se siente al hacer lo que de niño soñó, podría decirse que ese hombre (o mujer) es consecuentemente más libre, más rico y más feliz. Lejos ya de la duda hamletiana, y cerca -mas bien- a las confesiones de Saramago, pensamos nosotros que el hombre es más libre, más rico y más feliz, sin dinero en exceso, sin vida muelle y, eso sí, con el espíritu desprovisto de ataduras.

‘Ser o no ser’, fue lo de Hamlet, para ver cómo se actúa cuando se es emplazado por las circunstancias de la vida, del momento. Digamos, cuando hay una huelga y hay que acatar la huelga o irse contra la huelga. O sea, la obligación moral de no estar absteniéndose cobardemente con cualquier pretexto. De decidirse. O cuando en medio de la confusión social, los entendidos tienen la obligación moral de salir a la palestra, y esclarecer, en lugar de quedarse en silencio por comodidad, pereza o cobardía.

Lo de Saramago es diferente. Le hicieron preguntas acerca de la libertad (a sus 80 años de edad) y respondió: ‘Tengo una salud increíble, cuanto más viejo, más libre’. Más libre, por más maduro. Y cuando le preguntaron sobre la riqueza (posiblemente pensando en el dinero o los bienes que había acumulado), el Premio Nóbel afirmó: ‘Me siento más rico, por ser más consciente’. Es decir, más libre interiormente (eso de sentirse mentalmente dotado de la potestad de decir lo que sus principios personales le dictan a uno). Y rico (de riqueza), porque lo que él tenía para sí no es el dinero precisamente (ya que eso hasta podrían quitarle o se quedará con sus herederos, entonces ya no será ‘suyo’), sino lo bien andado. “A mí nada se me puede quitar sino la vida”. “Pueden quitarme el bienestar y todo eso, pero hay un núcleo, quizás esa cosa que no tiene nombre y que es lo que somos…”. ¡Lo que somos! (ese es el asunto).

En términos nuestros –y de nuestras canciones criollas-, efectivamente “a nadie le pueden quitar lo baila’o”. Y si uno dice lo que siente sin temor, hace lo que quiere con voluntad con libertad, sin más ambición que de pensarlo y decirlo del modo descrito; entonces, para su felicidad no es primordial el dinero, no hacen falta más bienes ni más riqueza material. Es feliz por haber vivido todo el tiempo de su existencia (que no es mucho, ni interminable), haciendo lo que quiso libremente, sin haber callado jamás su pensamiento por ninguna conveniencia (mucho menos de carácter material).

En este trabajo ocurre lo propio: si le dijiste ladrón al que lo es, o corrupto al mismísimo mafioso, o mediocre (en su cara pelada), vago, mentiroso, demagogo, tirano, asesino, explotador, genocida, etc., a los que lo son probadamente; entonces, puedes sentirte libre (aunque te encierren en cien cárceles); rico, aunque no tengas cuentas bancarias voluminosas; y feliz, porque te has realizado como siempre has querido. Eres tú. Los que viven imitando a otros hasta en sus ambiciones, no son ellos mismos. Son copias.

La libertad de hacer lo que a uno le da la gana ‘apoyado por el dinero’ no es libertad. La sensación de sentirse rico, porque se tiene acumulado dinero y bienes, no es riqueza. Porque la libertad, la felicidad y la riqueza, no pueden ser medidos en la piel, la panza ni en las ostentaciones, sino en el cerebro. Por eso juraría que Montesinos (que en sí es un pobre diablo) se moriría de vergüenza, si tomara conciencia de que no ha logrado nada, a pesar de los muchos millones de dólares que ha robado junto con su siamés.

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