Necías E. Taquiri Y.
Cuando en un debate sobre la problemática de la educación universitaria aseveramos -así en concreto- que también la universidad peruana había sido tomada en asalto por los mafiosos, algunos estudiantes asintieron con la cabeza, y otros, los menos miedosos, hasta aplaudieron porque comprendían que estamos como estamos, por culpa de la mafia.
Posteriormente, con algunos colegas, ampliamos el debate. De esa discusión debemos destacar que no son mafiosos todos los miembros de la comunidad universitaria, ni son mafiosos todos los miembros de los Consejos Universitarios, Consejos de Facultad o mandamases de Escuelas Profesionales y Departamentos Académicos, sino los que tienen las voces cantantes casi durante todas las gestiones, en doquier cargo, asesoría, cargo de confianza o por elección ‘democrática’.
Lo de "democrática", entrecomillamos, adrede, porque, ¿qué de democrático puede ser -aunque sea en broma o en juego de roles protagonizado por niños- ese estilo mafioso establecido por la "familia universitaria dominante" de 'elegir' en público como carneros al que ya fue escogido en la penumbra? ¿Puede llamarse elección democrática a ese sainete por demás patético, sólo por el hecho de que se reparten papelitos o se lea antes de la votación tal o cual artículo del Reglamento o el Estatuto Universitario?
Un docente entrado en años nos decía que había que 'apoyar a fulano porque es de nuestro grupo y el grupo así lo ha decidido'. Preguntamos: ¿cuál grupo, de qué grupo y de qué decisión grupal nos estaba hablando un señor docente que en 30 años estaba demostrado no haber leído, ni por curiosidad, el libro del Dr. Efraín Morote Best, en el que -merced a la transcripción de un discurso suyo- se enseña cómo es que hay que elegir autoridades universitarias?
Ahora, si ha querido referirse a un grupo de opinión, supongamos de filosofía, de sociología, de ciencia, pedagogía o arte, ¿de qué grupo intelectual o académico, a nivel universitario, podrían estar hablando esos que reclaman potestad o beneficio 'sólo para sus integrantes', aunque sea para designarle como rector, decano o guachimán? ¿Grupo de opinión? ¿Dónde está la opinión universitaria de ese ‘grupo’ con respecto de los múltiples problemas que atañen a la sociedad?
El agro está que se hunde y el grupo de opinión de los intelectuales de esa profesión, catedráticos, maestrandos o doctorandos, 'en grupo' o como grupo no se ha pronunciado nunca. En asuntos de derechos humanos o justicia, nuestro país está que da vergüenza a nivel mundial, y el grupo de opinión se calló más que el mudo de la Magdalena. Sobre la crisis de la educación, el grupo de opinión no ha puesto aún ni el título de 'su opinión'. Los extirpadores de comunidades campesinas, por el negocio de las minas, están que arrecian contra nuestros hermanos, nuestros ríos y contra nuestra ecología, ¿dónde está la palabra defensiva del grupo de opinión?
No hay, porque a las mafias organizadas que mal-dirigen las universidades no les importa eso. Lo que les importa, es que sus mujercitas se hagan catedráticas si tienen título, y si no, "pueden ir entrando como empleadas, y poco a poco se harán profesionales para ascender a docente". El asunto es mantener 'el poder', para elegir al jurado que les conviene, contar con los votantes necesarios y hacer ganar a 'los suyos'.
A los otros -o sea a los que no son 'del grupo' y tampoco se dejan utilizar-, si son contratados hay que botarlos, si son nombrados 'hay que joderlos' (usan ese término exactamente), empezando por no darle ningún cargo 'a fin de que sepan que aquí se hace lo que el grupo manda'. “Oye, nos estamos llenando de mediocres”: "No importa, es nuestra gente, hay que apoyarlos; a los que tenemos que buscarles tres pies, es a los otros”; “búsquenle algo, averigüen sus vidas, dónde duermen, quiénes son sus amantes, dónde comen, qué comen, cómo comen, búsquenlos, que en algo caerán, algún defecto tendrán, o invéntenlos, porque esos son peligrosos. Si pueden acúsenlos de terroristas".
Esa es la mafia y es fácil reconocer a sus integrantes: anoten los cargos que asumen año tras año, la gente que capta en cada concurso, la relación familiar de éstos con los 'ganadores'. Salvo excepciones, ahí están los mafiosos dedicados a exclusividad 'a cuidar el feudo'. Y no se reúnen en el auditorio, sino en la cantina, a oscuras, previo raje.
Mientras tanto, aquí en Huamanga, el número de alumnos es inferior, a otros años. ¿La competencia? ¿Las huelgas o los paros? ¿La credibilidad de los miembros de la comunidad para con la universidad? No lo sé, pero va languideciendo.
Esto lo podemos discutir cuando quieran; pero, para mí, ¡es la mafia, que lo malogra todo o casi todo, especialmente malogra el nivel académico! Lo podemos discutir, y probar la existencia de la mafia en cualquier medio, nombre por nombre, cargo por cargo, si lo desean. Y mil perdones a los demás miembros de la comunidad universitaria, que sin haber huido de sus aulas, ponen el pecho y sacan la cara por ella, aunque de su pasividad se aprovechen siempre los mafiosos.
La cadena establecida por las familias que se han apoderado de la Universidad, desde hace mucho tiempo, es la que tiene que romper doquier rector, doquier grupo que ame de verdad a la institución, obviamente armado de valor, capacidad y, sobre todo, honradez. Si no, es por gusto, o pura rutina.
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