Esa tarde del 30 de agosto de 1953 fue inolvidable, maravillosa. Hacía tiempo que se criticaba a Lolo. Se decía que era viejo, que no servía, que debía retirarse. Sin embargo los que creíamos en él nunca dudamos de su valor y calidad, y fuimos a verlo. Se llenó el estadio, era el Clásico. El primer gol fue festejado ruidosamente por los de la U. El segundo por todos, los de la Alianza incluidos. El tercer gol lo festejó hasta Santa Rosa de Lima.
Terminó el partido y nadie se movió, todos, toditos, lo aplaudían y se vio algo nunca visto: lo sacaron en hombros y se acabó la cerveza del estadio.
Esa noche no pude cerrar los ojos, repasé cada jugada, cada gol, cada clamor de las tribunas. Nunca me había sentido tan feliz.
Lolo no solo era un gran jugador, era sobretodo un caballero en el campo y fuera de el. Durante muchos años Lolo fue un ejemplo para la juventud.
Ojalá hubieran muchos Lolos ahora. Hacen falta.
Un abrazo
Herbert Morote (*)
(*) Doctor ayacuchano, residente en Madrid.
Agradecemos el contacto hecho por el Ing. Enrique Moya Bendezú
Foto : La República 30/08/11
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