Necías E. Taquiri Y.
El seguidismo o continuismo practicado por los hombres que habitan el país, no es solo manifestación de la ociosidad mental (seguir sin pensar en lugar de pensar y actuar en consecuencia), sino, no haber llegado a prepararse en la vida, tal vez durante los estudios secundarios o universitarios, para ser utilizados por los que saben que no estamos preparados para preguntar, indagar, refutar, denunciar e imponer nuestras ideas propias.
Dice el profesor colombiano Christian Cazabonne, “cada persona debe ser capaz de formarse sus propias ideas y creencias sobre el Universo, el Mundo, la Vida, la Muerte y muchos otros misterios que nos rodean. Ideas y creencias que deben ser oídas y respetadas por los demás, sin que necesariamente influyan en las suyas”. Esta particularidad es conocida también como concepción o concepciones que tenemos los hombres, sobre, además, la educación, el matrimonio, las elecciones, sobre democracia, libertad, valores, etc.
“Las personas que siguen ideas y creencias establecidas por otras, lo hacen porque se identifican con ellas, o simplemente porque no tienen personalidad, son como simples “corderitos” que se dejan llevar por los demás y favorecen sus intereses. “Hay otro tipo de personas que aparentan identificarse con un ideal o creencia sólo por seguir un hecho social llamado tradición, aunque en el fondo no están de acuerdo con lo que hacen por tener otra forma de pensar, por ejemplo, hay mucha gente que bautiza a sus hijos por la religión católica, aunque no creen mucho en Dios, sólo lo hacen por costumbre y para quedar bien con los demás”.
En el campo de la política, aprendí que muchos apristas de Ayacucho –la mayoría diría- pertenecen a ese partido “porque sus padres fueron apristas y ellos tienen que ser como sus padres”. Frente a la pregunta elemental que se les lanza, principalmente a los más jóvenes, para que nos digan la concepción que tienen de derecha o izquierda, de pro o anti-imperialismo tan venido a menos en el APRA, a pesar del discurso de Haya de la Torre, manifiestan tal desconocimiento que nos hace decir que carecen de personalidad y actúan como “corderitos”.
“En el CHAP (chiquillada aprista peruana), en el JAP (juventud aprista peruana) y aun en el PAP (partido aprista peruano), no nos han enseñado gran cosa sobre ese particular”, manifiestan los que ahora ya son universitarios, llevan apellidos apristas o tomaban banderitas apristas para salir a las movilizaciones convocadas por la cúpula. “Nos dijeron que Víctor Raúl fue grande y que su mejor discípulo es Alan García”, es lo único que saben atinar, pero no pueden explicarse (ellos mismos), de ¿cómo es posible que siendo el APRA y Haya de La Torre antiimperialistas casi a ultranza en sus documentos partidarios originales, Alan García haya terminado siendo un dependiente del imperio, defensor de las empresas transnacionales y perseguidor de los anti-imperialistas de estos tiempos? Ni qué hablarles sobre la polémica Mariátegui-Haya, salvo recomendarles su estudio.
Muchos apristas, toledistas, fujimoristas, izquierdistas (incluido radicales), por lo visto, en estos tiempos de mucha información, pero de poco estudio, análisis e interpretación, al no encontrar formas de explicar lo que dicen o repiten, recurren al dogmatismo, al fanatismo, a la bravuconada, a la repetición de frases huecas, clichés, etc., en lugar de debatir, contrastar ideas y, demostrar –sobre todo- que se tiene una concepción o idea propia. Desideologizados así, actúan por actuar. Sin ideas, sin propuestas, ni respuestas. Si les das a escoger entre un libro de Saramago o un calzoncillo multicolor, se van felices con la ropa íntima. Ese es el nivel. Y si preguntas quién fue Mariátegui, la respuesta será (empezando por su pésimo nieto) que fue un loco, un desfasado, un terrorista o un fundador de un club de fútbol.
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