jueves, 15 de diciembre de 2011

RENACE EL DEBATE EN LA UNSCH



Necías E. Taquiri Y.

Aunque los asistentes alumnos y docentes no se hayan dado cita, en el número y en la calidad esperados, porque en otros tiempos hubiera sido distinto, lo que ocurrió ayer en la puerta número uno de la ciudad universitaria cristobalina, fue realmente interesante, premonitor, de nivel universitario, académico, casi ideológico.

Fue –lo repetimos- interesante, que seis verdaderos doctores (se supone la crema y nata de la intelectualidad cristobalina), se hayan sentado juntos en un estrado levantado por la Federación Universitaria (FUSCH) con la finalidad de exponer sus correspondientes planes de gobierno, en el hipotético caso de llegar al poder respaldados por el voto ponderado de los docentes y los estudiantes.

Las pocas fotografías registradas por los pocos periodistas gráficos que concurrieron al debate (porque, al igual que a los pocos docentes y estudiantes que acudieron al mismo, les importa todavía poco este tipo de acontecimientos), quedarán para la historia, especialmente cuando después del intercambio de ideas, las manos arriba, con sus banderitas en la mano, mostrando su mejor sonrisa, trataron de ganar adeptos, votos, aplausos…

Cinco varones y una mujer, es el detalle particular de este cuadro, dicho sea de paso, que hay que mencionarlos: Ranulfo Cavero Carrasco, Lurquín Zambrano, Julio Gómez Méndez, Humberto Hernández Arribasplata, Pelayo Hilario Valenzuela y Ruth Alarcón Mundaca. De ellos seis, tres se quedarán como rector, vicerrector académico y vicerrector administrativo de la UNSCH.

Sus palabras –en puntuales circunstanciales mal pronunciadas, mal hilvanadas, carentes de concordancia y sin la debida calidad universitaria, porque entre los estudiantes así comentaban, casi en mi oreja, porque entre ellos me encontraba-, han servido para mostrarnos el diagnóstico que tienen los seis doctores acerca de la situación crítica de la Universidad de Huamanga, y la propuesta que tienen para revertir el asunto, más allá de los ocho libros publicados por un candidato a rector, o los tres, que dijo también tiene, el otro candidato a rector.

Los pocos muchachos que aplaudían a uno y a otro grupo, sabrán evaluar la calidad de las propuestas planteadas (en eso ya no queremos detenernos); porque, lo que queremos resaltar en esta ocasión, es la valentía o el atrevimiento de haberse puesto en vitrina, para que los ‘evalúen integralmente’ (tanto que han manifestado ellos mismos cómo debe ser la formación integral de los futuros profesionales), antes del día D, definitivo, que será mañana, miércoles 14 de diciembre (ah, caray, hasta en eso, el vallejiano: “tantos catorces en tan solo un catorce”), cuando más de 9 mil estudiantes y más de 500 docentes cristobalinos, decidan ungir a tres de los doctores mencionados, como sus autoridades legítimas.

Digo ‘atrevimiento’, y digo ‘evaluación integral’, porque, pues, fueron objetos de observaciones diversas de colegas y estudiantes, hasta por la forma en que se presentaron, la ropa, el lenguaje, sus gestos, su nivel de receptividad de críticas, sus dones de oratoria, su capacidad de síntesis, sus trastabilleos emocionales, pérdida de control de emociones, el nivel de preguntas y respuestas emitidas, etc., porque todo eso pudo ser posible observado, durante el debate. Ellos, que siempre han evaluado a sus alumnos, no solo de pre grado en cualquiera de las 26 Escuelas de Formación Profesional, sino de posgrado donde enseñan por ser doctores, o evalúan cuando ratifican o promocionan a sus colegas docentes, o evalúan en Consejo Universitario la problemática universitaria y, en fin, se pasaron la vida entera ‘calificando’, ‘opinando’, ‘determinando’ conceptos sobre los demás, ¡fueron evaluados durante el debate!

Esa es la virtud de estos debates públicos, que en la universidad no debe ser solamente de propuestas, durante una campaña electoral para tentar un cargo alto, sino en todos los aspectos: por ejemplo, en el aspecto académico para evaluar cuánto saben realmente nuestros doctores y lo dicen en público, cuánto saben los que ‘solamente’ son profesionales y no posgraduados, los contratados, los categorizados como principales, asociados o auxiliares, o el humilde jefe de prácticas que dicta 20 horas de clase y percibe 700 soles de remuneración, etc.

En las cuatro paredes de un salón universitario, pueda que un docente se luzca –pizarra al frente o laptop en mano-, tal vez con 20 alumnos o a lo mejor 60, o en el laboratorio con hasta 2 alumnos, etc., pero, otra cosa es en la ‘plaza’, como dicen, y a la sazón de un público diverso, universitario, interesado y evaluador.

Qué fenómeno, por ello, que mientras los candidatos hablaban, también fuimos midiendo el tipo de doctores que tenemos (y ahora tenemos muchos, ah, creo que superan los 150 en la universidad, incluyendo a los magísteres), y un poco pensando en voz alta: ellos son los que nos representan en todos los fueros, y por ellos es que nos calificarán: “así son, exactamente, todos los docentes de la Universidad”, o, dirán: “si sus máximos exponentes son así, cómo serán los demás”. Quien dice la verdad, no miente. Felicitaciones a los muchachos de la FUSCH, que hasta en esto, nos están demostrando que son ocurrentes, felizmente hablando; porque nos recuerdan tiempos en que la UNSCH demostraba calidad, por precisamente estas cosas (sus debates).



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