domingo, 4 de diciembre de 2011

LA UNIVERSIDAD Y SU OPORTUNIDAD DE MEJORAR

Necías E. Taquiri Y. 

Hoy termina la campaña electoral de los diferentes candidatos al rectorado de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y, por supuesto, de los dos vicerrectorados correspondientes. El sábado y el domingo ‘descansan’, y el lunes 05 de diciembre, tanto Ranulfo Cavero Carrasco como Humberto Hernández Arribasplata y José Yarlequé Mujica, se someterán al veredicto de los docentes y estudiantes regulares, por el primigenio mecanismo del referendo ponderado. 

Es la primera vez que ocurre, en la Tricentenaria Institución y, como en un par de universidades igualmente provincianas, supone un importante avance en la democratización electoral del sistema universitario que, si se generaliza, acabará de plano con las viejas maneras que habíanse impuesto comprándose votos, en las oscuras urnas de las no menos oscuras Asambleas Universitarias. Los platos de lenteja, a cambio; tendrá que ser reemplazados por el despliegue de promesas, propuestas y planes de los candidatos, al interior y al exterior de la comunidad universitaria. 

Sin embargo, este mecanismo electoral inclusivo de todos, que en primera o en segunda vuelta concluirá en la elección de uno, en cada cargo, el cinco de diciembre o más adelante; no supone un cambio inmediato ni mecánico de la situación universitaria cristobalina -tan compleja, tan crítica, tan en boca de todos (para deleite de sus enemigos)-, por lo mismo que, desde el primer día de enero, cuando asuman el mando las nuevas autoridades, habrá que medir al milímetro cómo es que organizan, planifican y ejecutan la tan mentada transformación.

Por ejemplo, deberá impedirse que en adelante, nadie, por muy rector que fuere, o vicerrector, se dé la ilegal e injusta licencia de devolver un solo centavo del magro presupuesto institucional al fisco, para atender con inteligencia las necesidades institucionales diversas que la aletarga desde siempre. Del mismo modo, en el campo académico, habrá que priorizar la actualización de los denominados planes de estudio, empezando por el reordenamiento de sus asignaturas de formación general, de formación profesional, de especialización, de investigación, prácticas pre profesionales, co-curriculares, electivas, etc., tan manoseadas actualmente, acomodadas a los intereses de cada facultad, de cada escuela o de cada departamento académico, y, en algunos casos, a intereses hasta personales de determinados docentes. 

La desideologización de la cosa universitaria, el encapsulamiento de sus actividades, la corrupción administrativa, normativa y académica, la conversión sistemática de la universidad en el patio trasero de muchos de sus propios trabajadores, el dominio mafioso de los sectores no académicos o la sumisión del aspecto académico al aspecto administrativo, la conversión de la universidad en sitio de ocupación familiar sin garantizar las mínimas condiciones de calidad que se requiere para ejercer la función docente o la función secretarial; la modorra, la demora y el amarre, como formas enfermizas de tratar a la gente, etc., son cuestiones básicas que la autoridad universitaria ‘nueva’ tiene que resolver en tiempos determinados, con la obligada concurrencia de sus propios elementos.

Es decir, tanto Cavero como Hernández o Yarlequé, si llegaran a erigirse en las legítimas autoridades, a partir de las próximas elecciones, tienen el grandísimo reto de ser diferentes, de parecer diferentes, para que el repudiado continuismo no se asiente, otra vez, y las justificaciones aburridas terminen por restablecer lo que hicieron o dejaron de hacer las autoridades anteriores. 

Aquí se nos antoja redundar la cantada devolución de más de 11 millones de nuevos soles “porque los anteriores rectores no hicieron nada” (que es una justificación de inoperancia, del ocio y del vicio administrativo de los elegidos y los asaltantes); las tomas de locales porque faltan docentes; el tardío inicio de clases porque las matrículas no han concluido; el reparto de saldos a favor de administrativos, posponiendo los derechos de los estudiantes por contar con libros, iluminación de sus ambientes, limpieza de sus servicios higiénicos. Estas nimiedades, tendrán que ser extirpadas como el tumor canceroso del cuerpo institucional universitario. 

Es un reto difícil pero no imposible que las nuevas autoridades tendrán que asumir en tiempos diferentes, esta vez. Los veedores están a flor de tierra, son los estudiantes, son los docentes, son las organizaciones de base, los colegios profesionales, porque la universidad es del pueblo y el pueblo está dispuesto a controlar lo que es suyo, primero de sus enemigos internos, luego de los externos que están al acecho. Lo deben saber y nunca olvidar los actuales candidatos.

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