AYACUCHO: HISTORIA E IDENTIDAD CULTURAL
¿AYACUCHO O HUAMANGA?
Los españoles que fundaron Huamanga y otras ciudades en el Perú, tenían una antigua tradición de vida urbana. La vida en la ciudad era para ellos la posibilidad de ubicar e integrar, en un mismo espacio, la identificación de su existencia, transportando a ese lugar su herencia cultural. Las ciudades que fundaron eran, en realidad, una suerte de traslado del modelo de centro urbano de su tierra de origen al nuevo mundo andino; en consecuencia, la otrora ciudad de Huamanga respondía a la concepción urbanística española y en su traza inicial y en su estructura física, los españoles se vieron identificados con el recuerdo de sus pueblos natales y la tierra de sus ancestros.
La antigua Huamanga, nació para llenar el espacio de colonización entre Jauja, Lima y el Cusco. El territorio donde se asentó la fundación definitiva de la ciudad, en el asiento de Pukaray, se caracterizaba por la población mitimae. Los grupos étnicos como Angaraes, Lucanas, Soras, eran los más importantes. Algunos de los importantes mineros huancavelicanos vivían en Huamanga y en ella dispusieron de sus ganancias; así se levantaron templos, monasterios y casonas. A fines del siglo XVI, Huamanga se convirtió en un gran centro activo de esta parte del país, hasta que a lo largo del siglo XVII, el proceso colonial desarticuló las estructuras de poder y control étnicos. En el siglo XVIII, las grandes etnias ya no funcionaban como unidad sociopolítica, dando inicio a un proceso de fragmentación que continuaría en los siglos posteriores.
En Huamanga, a la traza central inicial alrededor de la plaza de armas se sumaron pronto los barrios de Santa Ana y Magdalena, conocidos como Hanan Parroquia y Hurin Parroquia, respectivamente. Hacia fines del siglo XVI, otros barrios fueron aumentando, como el de Carmenga o Carmen Alto. De este barrio se desprenderá otro antiguo barrio, el de San Juan Bautista. Estos barrios, fundamentalmente mestizos, adquirieron desde el siglo XVII la especialidad del arrieraje y del comercio, que dio fama a los comerciantes arrieros, quienes seguían las rutas de las ferias existentes.
Toponimias, nombres de calles, de barrios, recuerdos, tradiciones y leyendas, nos cuentan la historia de la ciudad y los hechos de sus pobladores. La tradición oral ha guardado relatos que se identifican con el espacio cultural, que encierran indicios y sugerencias de la urbe en su historia. La primera toponimia, motivo del presente artículo, está relacionada al nombre de la ciudad, que hoy es conocida como Ayacucho. La ciudad ha tenido varios nombres, en diferentes momentos de su historia: San Juan de la Frontera, fue el primer nombre de la ciudad.
Posteriormente pasa a denominarse “San Juan de la Victoria”, en homenaje al triunfo de las fuerzas de Vaca de Castro sobre las de Almagro El Mozo, en la Batalla de Chupas, ocurrida el 16 de setiembre de 1542. Luego, basados en su participación contra los almagristas, los cabildantes de la naciente ciudad, acordaron, el 25 de setiembre de 1542 solicitar a las autoridades reales el título de “Muy noble y Muy leal ciudad”. La petición fue aceptada y a partir del 6 de mayo de 1544 la antigua “Villa” pasó a tener el título de “Ciudad”, ya que en esa fecha se recibió la concesión real.
En pleno proceso independista, entre 1822 y 1824, Huamanga es reconocida en la demarcación política del Perú como capital del departamento de Huamanga, de acuerdo a disposiciones dadas por el general Don José de San Martín. Posteriormente Simón Bolívar mediante Decreto del 15 de febrero de 1825 estableció la denominación de departamento de Ayacucho, precisando además que la antigua ciudad de Huamanga, capital del departamento se denominará “Ciudad de Ayacucho” y la provincia de Huamanga conservará el antiguo nombre tradicional y aborigen. Por lo tanto, al margen de nuestros sentimientos y añoranzas, la dualidad aún persistente entre gran sector de la población; sin embargo, debe quedar definitivamente esclarecida frente a los acontecimientos ocurridos en el proceso histórico de nuestra ciudad.
1 comentario:
Muy interesante el artículo de Severino. Debería publicar más.
Un abrazo y estamos en comunicación
jesús
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