miércoles, 16 de mayo de 2012

CUESTION DE DIGNIDAD




Gudelia Machaca Calle           
Cuando se denuncian hechos de corrupción, no sólo desde el periodismo, sino desde la sociedad civil, el propósito no es sólo informativo, sino es una CUESTION DE DIGNIDAD, porque los hechos corruptos, definitivamente, mellan la moral pública, y la reacción expontánea debe y tiene que ser de rechazo a esa lacra que daña la moral. Nadie que se considere sano moralmente hablando puede tolerar o convivir con la basura que significa la corrupción, uno de los signos más abyectos de este sistema capitalista y su modelo neoliberal. Si nos callamos frente a la corrupción o la toleramos, habremos abdicado a algo consustancial que todo ser humano tiene: LA DIGNIDAD. Dícese de la dignidad que ésta es sinónimo de grandeza, excelencia, una calidad superior, por la que alguien goza de especial valor, consideración y estima; por ello se concluye que de la dignidad de la persona, emanan la justicia, la libertad, la vida, la igualdad, la seguridad y la solidaridad, que como dimensiones básicas, se convierten en valores.  
La historia pasada y reciente ha demostrado hasta la saciedad que la prensa independiente es la que ha sacado a luz hechos de corrupción que se producen en los diferentes niveles del aparato estatal, gracias a un trabajo de investigación riguroso, responsable, pausado, comprometido, porque la razón de ser de este tipo de periodismo es descubrir lo oculto, aquello que las autoridades, funcionarios, etc. quieren mantener bajo siete llaves. El periodista que está comprometido en investigar y descubrir lo que otros quieren esconder respecto al manejo de los recursos del estado, es decir del presupuesto y bienes que se les encarga para que administren, no están pensando en qué obra va a inaugurar la autoridad, o qué anuncio va hacer en una conferencia de prensa; todos esos anuncios le sirve como datos referenciales para ir más allá de la simple información; y, como dicen los curtidos en el periodismo de investigación: “la carnesita, el meollo del asunto”, porque allí está la podredumbre que quieren esconder, y por donde fugan millones y millones de soles que nos pertenecen a todos y que deben estar dirigidos al desarrollo del pueblo y no engrosar pocas billeteras o cuentas bancarias particulares.
En este sistema no sólo adolecemos de crisis económica, sino también de crisis de valores, donde quienes roban dinero del erario nacional son elegidos y reelegidos como autoridades, o son vistos como personas bonachonas que regalan dinero, o puestos de confianza a quienes no reúnen las exigencias de probidad moral y profesional, sólo con el propósito de generarse una red de protección en el poder judicial, ministerio público, en el periodismo, y hasta en sindicatos y algunos organismos de base, en tanto que, quienes se aferran a lo más sagrado que tiene la persona humana que es la DIGNIDAD y denuncian actos de corrupción, muchas veces son atacadas de diversas formas en la creencia que afectarán su sólida formación en valores y principios. Ese modus operandi ya es conocido, ya han sido descubiertos y ya se sabe cómo trabajan. Y no hablamos tampoco, de aquellos que denuncian y denuncian, critican y critican hasta conseguir publicidad y se callan.
Algunas autoridades quisieran que más periodistas engrosen las filas de la prensa servil, obsecuente a sus intereses para sentirse como peces en el agua, y confunden publicidad estatal a cambio de autocensura y blindaje. Cuan equivocados están, porque periodistas independientes, críticos siempre existirán en la faz de la tierra y su trabajo será la mejor pedagogía que hagan, como función social, en este sistema de crisis de valores.
La corrupción se ha transnacionalizado; los estados mantienen  negocios nada santos con empresas de esas características y lo mismo ocurre entre nosotros: en el gobierno regional y local, la mayoría si no es todos los contratos y adquisiciones del estado están manchados con el sello de la ilegalidad o irregularidad. En este contexto la corrupción amenaza minar la reserva moral; los antivalores, ahora son valores, pero para desgracia de quienes viven “felices” en este sistema, esa reserva moral, donde se ubican los verdaderos revolucionarios, salvará a esta sociedad y la alegría, la felicidad, libertad serán verdaderas y no ficticia, virtual como es ahora.

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