Gudelia Machaca Calle
Ser líder social
no es una simple postura, sino un compromiso, una opción, una responsabilidad,
una obligación que uno asume respondiendo a una necesidad histórica. No hay
mejor definición que esa para calificar lo que fue durante toda su vida el
profesor Rigoberto García Ortega, quien acaba de dejarnos físicamente. Por eso
dicen que cuando un líder muere, nunca muere. Estoy segura que eso ocurrirá con
Rigoberto García, porque será imposible que el pueblo de Ayacucho no lo eche de
menos en todas y cada una de sus jornadas de lucha y, por supuesto, también en
sus logros y victorias.
Rigoberto García, cuando asumió esa opción, había
decidido entregar su vida a la causa del pueblo, porque un líder social, es eso:
entrega su vida a una causa común, a las causas justas del pueblo, incluso a
costa de su familia. Por eso, no era raro verlo en todas las justas demandas y
con todos cuantos tenían porqué alzar su voz de protesta o porqué movilizarse en
las calles, aun en los peores momentos de violencia política que nos tocó vivir
y exigir reivindicaciones, no como concesiones de los gobernantes, sino como justos
derechos.
Rigoberto García había asumido una forma de vida que
significaba actuar de acuerdo a principios y valores éticos, y ese
reconocimiento no le pueden mezquinar ni sus más acérrimos detractores; sólo un
hombre con esa forma de vida despierta las reacciones de afecto, solidaridad,
respeto y admiración.
Rigoberto García, nos ha dejado la tarea de fortalecer
las organizaciones sociales de base y la capacidad de unirnos cuando se tenga
que luchar por un objetivo común. También nos ha enseñado que el pueblo
organizado, debe gobernarse a través de sus mejores hijos para trabajar por el
desarrollo de nuestra región y de nuestro país. No más improvisados que lo
único que tienen es su poder económico o las malas artes para erigirse
autoridades, engatusando a los electores con promesas que nunca las cumplen.
Rigoberto García, no pretendía llegar al poder del
gobierno local por el simple hecho de convertirse en un burócrata más, o por
satisfacer un ego personal o hacer riqueza mal habida; era la evolución del
líder social para concretar su sueño de justicia, desarrollo, porque los
líderes sociales tienen sueños, utopías, esperanzas y convicciones de
transformar la sociedad. Se requieren de líderes sociales para alcanzar la
utopía de un mundo más justo y próspero.
Rigoberto García, había recibido “n” invitaciones para
ocupar tal o cual cargo de confianza en la Administración Pública, incluso ser
parte de una plancha congresal, pero nunca los aceptó, porque quienes le
ofrecían o su entorno, no guardaban coherencia con sus principios y valores
éticos. Sólo un hombre íntegro es capaz de decir no en esas circunstancias; en
él no se cumplía el dicho que “todos tienen precio”.
Chico Méndes, un joven líder de la Amazonía brasileña,
tenaz luchador por la defensa de la Amazonía, dijo poco antes de ser asesinado
“Si descendiese un enviado de los cielos y me garantizase que mi muerte
facilitaría nuestra lucha, hasta valdría la pena morir. Pero la experiencia me
enseña lo contrario. Las manifestaciones o los entierros no salvarán la
Amazonía. Quiero vivir”. Lo cierto es que después de su muerte la destrucción
de la Amazonía y la violación de derechos humanos, despertó la atención
internacional y posibilitó que, por lo menos, se crearan algunas reservas y
hasta ahora la lucha en defensa de la Amazonía, continua. Entonces su muerte sí
tuvo razón de ser. Premonitoriamente, Rigoberto García, había dejado su última
voluntad para que sus restos sean cremados, será porque estaba convencido, que
un multitudinario entierro y discursos de los más variados, que sin duda pudo
haber sido si se producía tal acontecimiento, no iban a resolver los problemas
de Ayacucho, porque seguiría la corrupción, la injusticia, la violación de
derechos humanos, y todas las lacras de este sistema, a las que siempre fustigo
con energía y con ardor.
Que, la muerte física de Rigoberto García, sea una
lección y ejemplo de vida como líder social, político y como no como padre y
esposo.
Profesor Rigoberto García Ortega ¡DESCANSA EN PAZ!
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