Gudelia Machaca Calle
La paz no es la grita ni el anhelo de unos cuantos
“iluminados”, ni vestirse de blanco o blandir banderas blancas, son sinónimos
de paz. “La marcha por la paz” organizado por el señor Wilfredo Oscorima,
Presidente Regional de Ayacucho y unos cuantos amigos suyos, lejos de despertar
conciencia en el significado de la PAZ, lo que ha causado es sorna e
indignación.
Sorna por quienes lo convocaron e indignación por la
forma cómo lo hicieron y el propósito que buscaron. La obligatoriedad con la
que hicieron desde ya violenta la paz interna del individuo porque se vieron
impelidos a hacer algo al margen de su voluntad. La paz no se logra con
directivas, memorándums ni multas para
participar en una marcha por la paz. En ese sentido, fue lamentable comprobar
cómo utilizaron a escolares para intentar “llenar” la plaza, y como no, también
a mujeres cargados de sus bebés, traídas de algunos programas sociales, con la
consabida “advertencia” que si no participan quedarán fuera del programa. Si el 90% de los marchantes eran escolares,
podemos concluir que es la consecuencia de la directiva de la UGEL, por orden
del Gobierno Regional, que dispuso la suspensión de las labores académicas para
que participen en la marcha. Y, así, definitivamente, no se construye la paz.
La paz, señores convocantes, se construye; si son
gobernantes con buenas acciones de gobierno a favor de las grandes mayorías,
con transparencia y pulcritud en el manejo de la COSA PUBLICA, al margen del
abuso de poder, al margen de actos de corrupción, al margen del aprovechamiento
del cargo, propios de este sistema, de lo contrario sus propias acciones se
convierten en factores generadores de convulsión social y permanente conflicto
social; la violencia estructural no se soluciona con marchas ni con acciones
individuales.
La paz duradera no puede construirse teniendo como
base las grandes brechas sociales, el desempleo o subempleo, remuneraciones
cada vez más denigrantes, desnutrición infantil, sin calidad educativa para
todos, si el sector mayoritario de la población no tiene acceso a la salud, a
una vivienda digna, a un ambiente sano y limpio. La paz no puede construirse
cuando las transnacionales ejercen tiranía en nuestros pueblos, con la anuencia
de los gobernantes de turno nacionales y subnacionales.
Qué paz social vamos esperar en el caso nuestro
cuando, por acción y omisión de los gobernantes regionales y locales anteriores
y actuales, tenemos un hospital y un terminal terrestre que son monumentos a la
corrupción, y en el caso del hospital, cuando su presupuesto se está
despilfarrando en la compra de maquinarias sin sustento técnico ni legal; qué
paz social se puede construir cuando comunidades campesinas y población
ayacuchana estamos en ascuas por la incertidumbre que genera saber qué pasará
cuando empresas extranjeras empiecen a explotar nuestros recursos minerales
apostados en la cabecera de la cuenca del rio cachi y el presidente regional,
convocante a la “marcha por la paz”, ha calificado de retrógradas a quienes
estamos dispuestos a defender nuestro medio ambiente y el recurso agua, echando
a la borda lo que dijera su propio gerente de recursos naturales que las
cabeceras de cuenca, aproximadamente 25, serán protegidas por el gobierno
regional.
El condicionamiento a los estudiantes de la UNSCH para
que participen en la marcha por la paz a cambio de la firma del acta de
compromiso e interceder ante el gobierno central, aparte de ser condenable, no
le ha funcionado totalmente al mandatario regional; si bien los estudiantes no le
hicieron una contramarcha, pero tampoco acudieron al pedido de participar en la
marcha por la paz. El contenido del acta de compromiso firmado por el
mandatario regional y el presidente de la FUSCH, a la larga ha de convertirse
en otro factor de conflicto social, pues frente al incumplimiento del GRA, los
estudiantes ya no sólo reclamarán a las autoridades universitarias, sino al
presidente regional. No a otra cosa va a conducir un acta de compromiso que no
tiene sentido, pues lo único que buscó el mandatario regional era, burdamente,
conseguir que los estudiantes participen en su marcha, por ello ni tuvo el
reparo de convocar a las autoridades universitarias. Decimos esto, porque los
estudiantes no están en condiciones de financiar perfiles y expedientes técnicos
para que el GRA implementar el parque automotor y la imprenta al que se
comprometió el mandatario regional sin asegurarles de dónde saldrá el
presupuesto. Un engaño más qué importa dirán algunos, pero este tipo de
desatinos, por decir lo menos, de los gobernantes, es lo que a la larga se
convierten en factores de conflicto social.
Para los gobernantes y su prensa, hablar claro y
directo es ser fracasados, frustrados, envidiosos, complotadores, etc.; se
parecen a quienes califica Eduardo Gonzáles Viaña como “idiotas”, caso Diego La
Torre quien condena a César Vallejo por haber escrito, según él, una “letanía
derrotista que tanto daño le hizo al país”; y lo peor, sostiene, que ha
influido de manera negativa en el subconsciente de los peruanos y considera que
se le debe silenciar prohibiendo la lectura de las obras de César Vallejo y de
otros revolucionarios y enseñarles, dice, a nuestros hijos que “han nacido un
día en que Dios estaba contento y que el Perú es un país maravilloso”… Cosa de
“idiotas”.
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