miércoles, 11 de enero de 2012

Y LOS PERIODISTAS, SEGUIMOS HACIENDO NOTICIA



Necías E. Taquiri Y.

Lo de ególatras nos viene, o nos queda, del infantilismo que a los 44 no pudimos superar, haciéndonos émulos tal vez inconscientes del Niño Goyito, que murió así, de infantil, según la literatura, a la que añadimos algo de creatividad, porque después de haber conocido a varios profesionales (de varias profesiones, de muchas ocupaciones y de catorce necesidades), no nos queda más remedio que afirmar que también somos demagogos, porque a veces hablamos cualquier cosa, negamos lo que somos y nos alabamos, coles, ya que no tenemos a quienes lo hagan por nosotros. Nuestro círculo de admiradores, se va reduciendo, aunque gritemos al mundo que con nosotros está el mundo entero.

“Nosotros no somos la noticia”, ninku, qakqi, siminwan; sin embargo, hatiqllanmanqa, nintaq: “ñuqallaykum kaniku, wakinqa yanqam”. Perdona –corazón- que recurra al idioma más rico, más llevadero, más puro y más comunicativo, el quechua, para decírtelo en términos concretos, que si te alabas solo, que si te consideras el centro del mundo, y que alrededor tuyo, supuestamente, giran los planetas, los satélites o aunque sea las cuatro cucarachas, no pasas a ser sino el troglodita que fuiste siempre, a decir de un sabio que, mas bien, hace dos mil años, o más, retrucaba hasta el alma de su competencia con su famosa frase: “solo sé que nada sé”.

Pero así somos (y me incluyo) los periodistas de estos tiempos. Manaraqtaq yachanchikchu allin qillqayllatapas, pero ya somos analistas profundos de cualquier cosa, con los mismos argumentos, con la misma retahíla, con el mismo hígado, con egolatría mal manejada, porque jalamos cualquier noticia hacia el cúmulo de acusaciones que quisiéramos le endilguen a nuestros competidores (‘nuestros enemigos, dicen, paykunaqa, porque como no pueden competir en inteligencia, prefieren sembrar odio), haciéndole decir a los clásicos lo que nunca dijeron, torciéndole al Amauta en sus palabras, jalando a la gran, moralizadora y perfecta OSCE hacia terrenos supuestamente moralizadores, como si no supieran que ciertos organismos se crean para formalizar trampas o favorecer a transnacionales, si nos conviene al Frente de Defensa del Pueblo para santificarlo y luego merecer sus bendiciones, al SUTE “A” o SUTE “B”, siempre que esté con nosotros, ensalzando a SERVIR como si fuera la meca de la excelsitud o la pureza, a Fujimori, a Hitler, a Perico León o al pirómano de la UNSCH que ahora también es analista, ¡con tal de estar, yo, en el centro de la noticia!, y no el mensajero, el puente, el educador o educando que debo ser, con mis errores y mis aciertos, pero simplemente periodista, humilde, del pueblo y punto.

Y así, pues, mientras esta democracia se va acomodando a los intereses de las transnacionales, porque sus gobernantes van reculando y sometiéndose a sus designios, algunos conscientemente y otros por ignorancia, ya que hablarles de cambio a ellos, así sea a los oídos es pedirles lucidez ahí donde les gusta la oscuridad; del mismo modo, cuando no se tiene una línea ideológica correcta, científica, filosófica, que tiene que ver con la concepción del mundo, de la vida y hasta de las profesiones que ejercemos, como saltimbanqui, como gallinas que igual consumen granos, pasto o arena por puro afán de supervivencia, también los intelectuales sin definición, tomamos cortos, frases, párrafos y hasta textos completos a nuestro favor, y terminamos en un enrevesado chicha, que nos convierte finalmente en eso: periodistas chicha, mazamorra o combi, que no encausan nada, que no aclaran, que no educan, porque con el veneno de por medio, para sí o para los usuarios, solo se mata, se perjudica y no se construye.

Por este problema de concepción, de línea, de posición, de identidad incluso cultural con los nuestros, es que nos ensombrecemos con la publicación de los betseller, saltamos hasta el techo de pura felicidad si nos compramos cinco volúmenes de libros sobre política, antropología, sociología, marxismo, etc., y nos engatusamos entresacando párrafos de textos que revisan la ciencia, revisan la sociología, revisan el marxismo, es decir, libros que produce por miles y con millones de dólares el imperialismo, utilizando genios del revisionismo con esos fines expresamente antimarxistas, aunque digan “el periodismo marxista, la sociología marxista, la filosofía marxista, lo que usted no conocía y ahora se descubre”. El que no sabe de marxismo se encandila, se llena de babas y eso difunde. Algunos, pobrecitos, hasta sin darse cuenta, obviamente, porque de esas palabras peligrosas, durante su vida entera, nunca se habían preocupado en entenderlo.

Pero, en fin, ese es el estilo del periodismo noticia, el periodismo centro, el periodismo yo, para que vayamos dándonos cuenta que así como en la medicina hay médicos genocidas, en el derecho abogados de doble defensa, en la educación pedagogos que aún no se entienden, en el periodismo tenemos exquisitos hombres y mujeres que, como dijimos ayer, ya hemos llegado al undécimo planeta del sistema solar llamado ‘yumis’, antes de que los científicos la hayan descubierto. “Cosas del Orinoco”, como dirían Los Chistosos de RPP.      

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