Necías E. Taquiri Y.
Lo de
ególatras nos viene, o nos queda, del infantilismo que a los 44 no pudimos
superar, haciéndonos émulos tal vez inconscientes del Niño Goyito, que murió
así, de infantil, según la literatura, a la que añadimos algo de creatividad,
porque después de haber conocido a varios profesionales (de varias profesiones,
de muchas ocupaciones y de catorce necesidades), no nos queda más remedio que
afirmar que también somos demagogos, porque a veces hablamos cualquier cosa,
negamos lo que somos y nos alabamos, coles, ya que no tenemos a quienes lo
hagan por nosotros. Nuestro círculo de admiradores, se va reduciendo, aunque
gritemos al mundo que con nosotros está el mundo entero.
“Nosotros no somos la noticia”,
ninku, qakqi, siminwan; sin embargo, hatiqllanmanqa, nintaq: “ñuqallaykum
kaniku, wakinqa yanqam”. Perdona –corazón- que recurra al idioma más rico, más
llevadero, más puro y más comunicativo, el quechua, para decírtelo en términos
concretos, que si te alabas solo, que si te consideras el centro del mundo, y
que alrededor tuyo, supuestamente, giran los planetas, los satélites o aunque
sea las cuatro cucarachas, no pasas a ser sino el troglodita que fuiste
siempre, a decir de un sabio que, mas bien, hace dos mil años, o más, retrucaba
hasta el alma de su competencia con su famosa frase: “solo sé que nada sé”.
Pero así somos (y me incluyo)
los periodistas de estos tiempos. Manaraqtaq yachanchikchu allin
qillqayllatapas, pero ya somos analistas profundos de cualquier cosa, con los
mismos argumentos, con la misma retahíla, con el mismo hígado, con egolatría
mal manejada, porque jalamos cualquier noticia hacia el cúmulo de acusaciones
que quisiéramos le endilguen a nuestros competidores (‘nuestros enemigos,
dicen, paykunaqa, porque como no pueden competir en inteligencia, prefieren
sembrar odio), haciéndole decir a los clásicos lo que nunca dijeron,
torciéndole al Amauta en sus palabras, jalando a la gran, moralizadora y
perfecta OSCE hacia terrenos supuestamente moralizadores, como si no supieran
que ciertos organismos se crean para formalizar trampas o favorecer a
transnacionales, si nos conviene al Frente de Defensa del Pueblo para
santificarlo y luego merecer sus bendiciones, al SUTE “A” o SUTE “B”, siempre
que esté con nosotros, ensalzando a SERVIR como si fuera la meca de la
excelsitud o la pureza, a Fujimori, a Hitler, a Perico León o al pirómano de la
UNSCH que ahora también es analista, ¡con tal de estar, yo, en el centro de la
noticia!, y no el mensajero, el puente, el educador o educando que debo ser,
con mis errores y mis aciertos, pero simplemente periodista, humilde, del
pueblo y punto.
Y así, pues, mientras esta
democracia se va acomodando a los intereses de las transnacionales, porque sus
gobernantes van reculando y sometiéndose a sus designios, algunos
conscientemente y otros por ignorancia, ya que hablarles de cambio a ellos, así
sea a los oídos es pedirles lucidez ahí donde les gusta la oscuridad; del mismo
modo, cuando no se tiene una línea ideológica correcta, científica, filosófica,
que tiene que ver con la concepción del mundo, de la vida y hasta de las
profesiones que ejercemos, como saltimbanqui, como gallinas que igual consumen
granos, pasto o arena por puro afán de supervivencia, también los intelectuales
sin definición, tomamos cortos, frases, párrafos y hasta textos completos a
nuestro favor, y terminamos en un enrevesado chicha, que nos convierte
finalmente en eso: periodistas chicha, mazamorra o combi, que no encausan nada,
que no aclaran, que no educan, porque con el veneno de por medio, para sí o
para los usuarios, solo se mata, se perjudica y no se construye.
Por este problema de
concepción, de línea, de posición, de identidad incluso cultural con los
nuestros, es que nos ensombrecemos con la publicación de los betseller,
saltamos hasta el techo de pura felicidad si nos compramos cinco volúmenes de
libros sobre política, antropología, sociología, marxismo, etc., y nos
engatusamos entresacando párrafos de textos que revisan la ciencia, revisan la
sociología, revisan el marxismo, es decir, libros que produce por miles y con
millones de dólares el imperialismo, utilizando genios del revisionismo con
esos fines expresamente antimarxistas, aunque digan “el periodismo marxista, la
sociología marxista, la filosofía marxista, lo que usted no conocía y ahora se
descubre”. El que no sabe de marxismo se encandila, se llena de babas y eso
difunde. Algunos, pobrecitos, hasta sin darse cuenta, obviamente, porque de
esas palabras peligrosas, durante su vida entera, nunca se habían preocupado en
entenderlo.
Pero, en fin, ese es el estilo
del periodismo noticia, el periodismo centro, el periodismo yo, para que
vayamos dándonos cuenta que así como en la medicina hay médicos genocidas, en
el derecho abogados de doble defensa, en la educación pedagogos que aún no se
entienden, en el periodismo tenemos exquisitos hombres y mujeres que, como
dijimos ayer, ya hemos llegado al undécimo planeta del sistema solar llamado
‘yumis’, antes de que los científicos la hayan descubierto. “Cosas del
Orinoco”, como dirían Los Chistosos de RPP.
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