Gudelia Machaca Calle
Es un nuevo año; nuevos retos, nuevas aspiraciones, que en realidad no serían nuevos, por el sólo hecho del transcurso del tiempo, sino cada día, cada momento que uno decide cambiar para bien, es el punto crucial para avanzar cualitativamente. Se da en el aspecto personal, familiar, como también social y tendría que serlo, igualmente, institucional.
Es un nuevo año y ya tenemos a un Presidente de la república converso en sus ideales de cambio y de gran transformación, y lo único que queda al pueblo es organizarse y estar vigilante para que no le despojen lo ganado ni le menoscaben lo avanzado. Queda al pueblo organizado seguir por la brega de la conquista de sus derechos, y a los dirigentes y líderes, mayor consecuencia y definición, sin vacilaciones, pues como dijera José Martí “Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan. Hasta los déspotas, si son hidalgos, gustan más del sincero y enérgico lenguaje, que de la tímida y vacilante tentativa”.
En el campo del periodismo, también, requerimos consecuencia y firmeza y no vacilaciones frente al poder político ni económico; se está con el poder o no se está; se está por el cambio o se está por el continuismo; no hay medias tintas, ese lugar está reservado para los pusilánimes y los acomodaticios que terminan convirtiéndose en furgón de cola de los gobernantes de turno; y los grandes cambios han prescindido de los medrosos y vacilantes.
La firmeza y consecuencia en el periodismo, no significa justificar a los gobernantes en sus desatinos o ilegalidades, sino mostrarles con actitud y argumentos que ese no es el camino. En el libro “Periodismo, Política y Literatura” Raúl Roa, dice al referirse al Amauta José Carlos Mariátegui en su faceta de periodista y literato: “…Mariátegui contribuyó al nacimiento de la conciencia revolucionaria de muchos de nosotros… y porque su estilo – transparente, matizado, beligerante - era el que nosotros creíamos necesario para transmitir las ideas de transformación, de cambios urgentes”. Mariátegui nos ha enseñado que el periodismo no es para ir apagando hogueras, ni tolerar despropósitos de los gobernantes, sino atizar la conciencia revolucionaria, apuntando con ojo crítico y analítico todos y cada uno de los elementos de una sociedad capitalista que se cae a pedazos. La corrupción, la delincuencia común y la de cuello y corbata, el narcotráfico, el lavado de activos, la prostitución, la desigualdad social, la marginación, la falta de trabajo, la falta de educación de calidad, salud, etc, etc., son hijas de este sistema capitalista, a las cuales, todo hombre con alma revolucionaria, está en la obligación de combatirlas. No se puede concebir que un revolucionario, sea tolerante frente a las lacras que ha incubado este sistema.
Un periodismo como el que practicó Mariátegui y quienes hoy siguen su camino, siempre serán blanco de los gobernantes y los poderes políticos y económicos, los llamarán “frustrados”, los tildarán de “renegados”, los calificarán de “mezquinos”, los insultarán de “aves de mal agüero”, hasta de terroristas, pero también y como si fuera un insulto de ideologizados; como lo han hecho Fujimori, Toledo, Alan García y en Ayacucho, su más cercano seguidor de García, nos referimos a Oscorima, para quien la prensa debe ser servil, obsecuente y no analítica ni crítica, y quien no se somete a su designio es blanco de su más iracunda y soberbia reacción. Debemos decirle a dicha autoridad que a más insultos, más prensa independiente, a más ataques, más prensa firme y consecuente. En lugar de enfrentarse a la prensa independiente, debe esmerarse para que este año no sea otra vergonzante cifra en ejecución presupuestal, y para ello, requiere de funcionarios no sólo de probada capacidad intelectiva o técnica, sino fundamentalmente con solvencia moral para manejar con transparencia y pulcritud los recursos del Estado que se les encarga. Los fondos del PNUD deben cumplir su propósito para tener profesionales A1 en gestión pública, proyectos de inversión. En este nuevo año sean menos las declaratorias de supuestas situaciones de emergencia y exoneraciones de procesos de selección, por cuanto esos mecanismos aparte de ser un sello de ineficacia en gestión pública, es la llave para actos de corrupción que no sólo se presentan en el gobierno regional, sino también en municipalidades provinciales y distritales.
Que, el Consejo Regional y su símil Consejo de Regidores, sean instancias independientes de fiscalización a los actos de gobierno de la parte ejecutiva; que las OCIS y procuradurías no estén pintadas, sino sean más proactivos, al igual que el Ministerio Público y el Poder Judicial y más allá de responsabilizarse entre una y otra instancia de la poca efectividad del nuevo Código Procesal Penal para actos de corrupción de funcionarios públicos, el trabajo sea coordinado. No olvidemos que en actos de corrupción en nuestro país se dilapidan dineros por el orden de 14 mil millones de nuevos soles cada año, y si los titulares de pliego de cada entidad no implementan un sistema eficaz de lucha contra la corrupción, esa cifra irá creciendo en perjuicio de la población en general, porque esos dineros terminan en pocas manos de gente inescrupulosa, por decir lo menos, en lugar de destinarse en obras públicas o proyectos productivos… Así empezamos el año y esa es NUESTRA APUESTA.
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