martes, 10 de enero de 2012

¡CON LA CRUZ POR DELANTE!



Necías E. Taquiri Y.

Si fuéramos católicos y tuviéramos que defender nuestra fe con seriedad, porque la fe es algo que hay que mantenerla seriamente, estaríamos un tanto avergonzados posiblemente, por el comportamiento de los falsos católicos, que hasta cargan el Santo Sepulcro, se visten de morado y a renglón siguiente escriben historias personales llenas de fariseísmo.

No sé por qué, pero tal vez porque los conquistadores españoles entraron a Cajamarca con la Cruz por delante y las más malsanas intenciones por detrás, apelaron al mensaje de la Biblia (libro sagrado de los religiosos), que al no surtir efecto positivo en Atahualpa y en su gente, para someterse a sus intereses extraños, éstos, con Pizarro a la cabeza, cura y todo, los mataron masivamente y encarcelaron al Inca.

Lo demás es historia conocida: saquearon nuestros recursos naturales, se apoderaron de nuestras mejores tierras, expulsaron a nuestros ancestros que sobrevivieron a la matanza, hacia lugares inhóspitos con la esperanza de que ahí terminen por extinguirse, violaron a las mujeres y esclavizaron a los varones. Todo eso, con la bendición de Dios, la religión católica y sus demagógicas promesas de paraíso para los pobres.

Pero, como dijimos tantas veces, y como repetiría Alejandro Romualdo: ¡y no pudieron matarnos! Quisieron reducirnos a la mínima expresión y –para su pesar- nos multiplicamos; quisieron eliminar nuestro runasimi y el runasimi se regodea ahora en París, en Estados Unidos y en España mismo, con el soporte extraordinario de la gente que vive en los andes y no sabe hacerlo si no es en quechua, no sabe soñar si no es en quechua, y no entiende soluciones sino es con las herramientas de su cultura, a pesar de las múltiples influencias que culturas extranjeras se han encargado de hacernos mestizos.

Los limeños ‘subieron’ a la sierra y se apoderaron de sus actividades más rentables; se hicieron de las haciendas para explotarnos como durante el ocaso del imperio romano; pusieron esterilizantes en los pusra chupis de nuestras mujeres, con el argumento de que así evitaban el problema del hambre –de acuerdo al mensaje de Josué de Castro-, buscando que no más indios hambrientos nazcan porque al crecer se hacen ‘revoltosos’.

Arguedas tenía razón en El zorro de arriba y el zorro de abajo; Vallejo tenía razón al referirse respetuosamente al ‘barro pensante’; Julio C. Tello tenía razón al enaltecer la sabiduría de nuestros ancestros; porque -dicho y hecho- la historia está demostrando que no han podido eliminarnos del mapa, que el barro pensante ya está en Lima, haciendo bailar a cuantos se atreven a escuchar su voz al son del huayno, el harawi o el yaraví: el 60 a 70 por ciento de limeños que viven en Lima, Arequipa o Trujillo son provincianos, serranos, andinos, selváticos, y van cimentándose para hacer de Lima la primera ciudad costeña del mundo con costumbres andinas ( ya lo verán).

Claro que los occidentales, los modernos, los posmodernos o los globalizadores neoliberales no se resignarán a su próxima e innegable derrota. Utilizarán todos los recursos económicos, culturales, educativos, tecnológicos e informáticos que estén a su alcance, para defender su modelo. Lo harán, como siempre, con la anuencia y la bendición de la religión imperante; con apoyo internacional, ofreciendo pan y circo cuando sean necesarios, con sendas y engañosas cortinas de humo, como aquello de meterse por los palos en cuanta feria andina se organiza, no directamente con la Biblia como en Cajamarca esa vez, pero sí con cerveza, vendida por camionadas en nombre de la alegría. Eso también pasará. Pero, no podrán matarnos, porque al tercer día, resucitaremos.   

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