"El Dominical" de "El Comercio" 29-01-12
Poblado de fotografías y citas, la investigadora Carmen María
Pinilla ha publicado “Arguedas: Perú infinito”, un libro que nos
acerca a la intimidad familiar del autor de “Los ríos profundos”.
Cuentas que este libro es un adelanto de una biografía
futura. ¿Cuánto de mito y de verdad hay alrededor de la vida de Arguedas?
La mayoría de datos que han circulado sobre la vida de Arguedas
proviene o bien de testimonios suyos o de la biocronología que preparó Mildred
Merino de Zela, en la que Arguedas participó. En estas dos fuentes, se advierte
la preocupación del escritor por modelar la imagen de sí mismo que habría de
perdurar. Algo similar se observa en las cartas a sus familiares o amigos
íntimos. A su hermano Arístides le pide, poco antes de su muerte, velar por que
no se “tergiverse” su vida. Entonces, todo este material debe cruzarse con otros
documentos, otras cartas, testimonios de amigos o conocidos con respecto a su
persona, artículos de sus contemporáneos. En este sentido, es muy importante lo
que nos revelan, por ejemplo, tanto Celia Bustamante –en la correspondencia
publicada en el 2007– como Sybila Arredondo –en diversos testimonios–. Todo
esto permite confrontar la imagen que nos ofrece Arguedas con la que otros
tuvieron de él.
Se dice que la obra y la vida de un escritor son en cierto modo
inseparables, pero en el caso de Arguedas esta relación es mucho más fuerte,
pues ambas (vida y obra) se nutren a sí mismas. ¿Qué piensas de esto?
Efectivamente, en Arguedas la obra y la vida aparecen íntimamente
ligadas y yo creo que es por la claridad del proyecto de vida que construye
desde joven, y que asume con una pasión y fidelidad asombrosas.
¿Cómo resumirías este proyecto?
Este proyecto de vida se reajusta con las experiencias y
se reafirma en sus escritos. En 1966 resumió el contenido de este proyecto enfatizando
el objetivo que se impuso desde sus primeras publicaciones de hacer visible al
lector el valor de la cultura andina, de contribuir a eliminar el cerco en el que
la cultura occidental la relegó desde la Conquista, y de elevar los niveles de
autoestima de una población injustamente relegada.
El libro le da gran peso al entorno familiar de Arguedas.
¿Cuál es la importancia que este tiene en su obra?
Pienso que es importante conocer bien el contexto
familiar de un personaje para interpretar acertadamente su conducta, sus
elecciones, sus discursos, su proyecto. Hay que conocer también qué concepto
maneja el autor de la familia, y cuál es el modelo vigente en su época, de qué
manera el caso particular se acerca o aleja de él. Cuando Arguedas habla, por ejemplo,
de “el Cusco de mi padre”, hay que entender lo que eso realmente significa. El
juez Víctor Manuel Arguedas Arellano proviene de una larga familia de abogados vinculados
con la Corte Superior de Justicia del Cusco. Eso y la admiración de los
cusqueños por su ciudad son elementos que debemos tomar en cuenta para
interpretar las relaciones de Arguedas con el Cusco, incluso con su padre. Lo
mismo ocurre con la familia materna, de Andahuaylas; hay que conocer estos
antecedentes. Y establecer, asimismo, los vínculos de Arguedas con las familias
del sur de Ayacucho, donde transcurre parte de su infancia y adolescencia. He podido
recoger este tipo de información y estoy reconstruyendo los escenarios
correspondientes, ubicando los datos en sus respectivos contextos
En la presentación del libro, comentabas ese nexo poco conocido
entre el Arguedas escritor y la obra de Víctor Hugo, el autor de “Los
miserables”. ¿Cómo se establece esta relación literaria?
Sí, me sorprendió mucho que los críticos literarios no
se hayan ocupado más a fondo de esa relación, a pesar de las declaraciones de Arguedas
en este sentido. Arguedas leyó “Los miserables” cuando se recuperaba de la
mutilación de los dedos en Huanipaca y esta lectura influyó notablemente en su vocación
de escritor.
Se convirtió en gran admirador del francés, algo común
en su época. Esto determinaría su preferencia por la lengua francesa, por ejemplo;
su exigencia, ante el Ministerio de Educación, de que le asignaran un profesor de
este idioma en Ica y en Huancayo.
En esta última ciudad, cuando Arguedas cursa el tercero
de secundaria, se inaugura el cine-teatro Dorregaray, que presenta la película “Los
miserables” en su cartelera. Su compañero de clase Temístocles Bejarano cuenta
que los alumnos preparaban entonces el montaje de Hugo, y que Arguedas sería el
protagonista que muere de amor. Luis Felipe Alarco me contó que cuando Arguedas
llega a San Marcos se jactaba de su amplio manejo de la obra de Víctor Hugo, y
que varios compañeros comentaban algo jactanciosos que el romanticismo estaba ‘depassé’,
pues lo vigente era el surrealismo.
¿Y por qué crees que la crítica no ha ahondado en este
tema?
Quizá la explicación se deba a que no quisieron
vincularlo con el romanticismo para no oscurecer el realismo indigenista que
tanto se ponderó en las reseñas sobre sus primeras publicaciones, pero el
romanticismo está muy ligado a Arguedas. Nos dice él mismo que lo primero que
aprendió de literatura fue el poema “Al amor” de González Prada, y que lo
recitaba a pleno pulmón frente a los ríos. En este precioso poema, se vinculan
los opuestos, el amor y la muerte. Algo muy presente en Víctor Hugo,
especialmente en la larga carta de Marius a Cosette, que Arguedas memorizó
íntegramente. Si para los críticos el romanticismo no está muy presente en la
prosa de Arguedas, sí lo está en su vida, como espero mostrar en la biografía
que ahora estoy preparando.