Gudelia Machaca Calle
El equilibrio que mantenía el Presidente Ollanta Humala, y que tenía tranquilos tanto a la derecha como a la izquierda, terminó rompiéndose a su retorno de la Cumbre de la APEC realizada en Hawai. Ese rompimiento se expresó en la posición que adoptó a favor del Proyecto minero Conga en Cajamarca, a pesar del rechazo generalizado de la población cajamarquina por estar ubicado los yacimientos mineros en la cabecera de cuenca, con presencia de lagunas que proveen agua a miles de familias del lugar, a quienes el proyecto les pretende reemplazar con reservorios de cemento.
Era comprensible, hasta cierto punto, Humala que había llegado al poder con un discurso concertador expresado en la segunda vuelta, algo diferente a la primera y mucho más diferente a la del 2006, que los primeros meses de su gobierno podía sostener ese equilibrio. Pero, como el equlibrio no puede mantenerse por siempre, terminó rompiéndose, y cuando había la esperanza, en algún momento, que la inclinación podía darse al lado del pueblo, se dio a favor de la derecha, de los capitalistas mineros.
El voto duro de la primera vuelta, alrededor del 31%, similar al del 2006, no fue suficiente para que Ollanta ganara las elecciones, por lo que tuvo que moderarse al extremo que Mario Vargas Llosa, Alejandro Toledo se convirtieron en una suerte de garantes para presentarlo como “de centro”; pero el voto duro siguió confiando en el discurso de la primera vuelta o más bien en el discurso del 2006, y habían señalado que el polo rojo lo llevaba dentro del polo celeste o blanco.
Humala no venía de las canteras de la izquierda, porque el pueblo ya le había negado su voto a la izquierda o más bien a los caudillos que se consideraban de izquierda por sus vaivenes ideológicos y poca capacidad de liderazgo. Una fuerza pujante se había apoderado en sierra, costa, sur, norte, incluso Lima, para decirle no a la derecha neoliberal, no al aprismo y si al CAMBIO. Si Humala continua dándole en bandeja nuestros recursos a la voracidad de los capitalistas, con la consiguiente contaminación de nuestro medio ambiente, pobreza y descontento social, la respuesta del pueblo es impredecible o más bien si es predecible cuyas consecuencias devendrán en ingobernabilidad. Por el momento hay un grito de las entrañas del pueblo para devolver a Humala al pueblo que lo eligió.
El círculo vicioso se repite acceden al poder con el voto del pueblo, una vez en él, gobiernan para un puñado ávido de dinero fácil. Si la realidad no les dice nada a los políticos y gobernantes, la fuerza de los movimientos sociales se irá masificando, porque hay la certeza y convicción por la defensa del medio ambiente, la defensa de la agricultura, de la ganadería, de la seguridad alimentaria, de una sociedad más justa, y no porque se esté en contra de la inversión privada, en contra de la minería, sino porque no existe un plan consensuado que involucre intereses no sólo de los capitalistas mineros, sino del pueblo y de un Estado soberano y digno.
Ya decía Marx y Engels, la contradicción fundamental del capitalismo se da entre el carácter social de la producción y la forma de apropiación individual de los beneficios que significa la existencia de la propiedad privada de los medios de producción. La resolución de esa contradicción con la liberación de la producción social, dará paso a una sociedad más justa, humana, socialista. Al hablar de los medios de producción los clásicos se estaban refiriendo al gigantesco patrimonio financiero, industrial e inmobiliario que han acumulado multinacionales en poder de pocas manos, dueños del mundo, no han hecho referencia pues de la pequeña propiedad que tiene la gente del pueblo que de manera limpia, con sacrificio y mucho esfuerzo tiene para vivir, pero los hay quienes hacen riqueza fácil en base al narcotráfico, lavado de activos, la corrupción institucionalizada en la administración pública en detrimento de las expectativas del pueblo en salir de su situación de pobreza y extrema pobreza; y hay quienes que ni por asomo les llama la atención que una autoridad regional de Ayacucho tras haber llegado al poder producto de una millonaria campaña electoral, siga haciendo gala de su enorme “riqueza” regalando bienes de varios miles de dólares americanos.
La respuesta del pueblo siempre estará allí latente.
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