lunes, 26 de marzo de 2012

CHAU , NEGRO


Escribe : Antonio Sulca Effio 

No quiero jamonearme con tu amistad y tu aprecio; pero eres el segundo negro de mi lista de amigos que se va sin despedirse, dejándome en este infierno sin posibilidad de saludar a nadie por razones de salud y tengo pues la necesidad  de decirte  algo aunque ya no me oigas;  pero al menos, lo leerás ¿no?

Para conocerte  y apreciar tu calidad de gente, no era necesaria una larga estancia  de sesiones  en escuelas de arte o salas cinematográficas; a mí me bastaron dos  pero con  la bendición de Baco, nuestro dios,  para bucear en tu alma blanca que no sabía nada de odios y rencores.

La primera, ¿recuerdas? fue en el Bacará  histórico y culto barcito del Jr. Lima, al que entramos  una tarde  todavía con sol y salimos al apagarse el lucero de la mañana: tú, tranquilo, más sereno que nunca a seguir peleándote con las cintas; yo a mi casita en alas  de “Angelito” legendario taxi del “Tunqucchu”.

Habíamos aterrizado allá,   luego de haberte peleado todo el día con kilómetros de película, tijera y cinta adhesiva en mano y alguna pena  que te atormentaba y tenías urgencia de ahogar en humo, conversación, chela y , huaynos, a pocas puertas de concluir   la   edición  de  A NUEVE  AÑOS,  documental que los inmortalizara a ti y al Rector UNSCH, Dr. Efraín Morote Best.

La  segunda, por si lo olvidaste, fue en Lima.

Un silbido de Jorge en tu puerta y saliste. Surquillo, esa mañana, todavía somnoliento bostezaba.

No me reconociste de inmediato. Jorge te puso en autos y tus largos   y fornidos brazos me regalaron un abrazo sincero como tu personalidad y perdurable cmo tu recuerdo.

Con esa habilidad de mezclar lo real con el producto de su imaginación,  Jorge te contó que el día anterior luego de su habitual trabajo de actor de la  calle, dueño de   la Plaza  San Martín, me había llevado al Centro Cultural   Palermo donde vi dictando cátedra a  Reynoso(Oswaldo). Escribiendo sus cuentos  a Eleodoro (Vargas  Vicuña) y  nos tomamos algunas chelas (ellos,yo, con bronquitis asmatiforme varios tes de poeta( té con pisco) y que como vivía lejos, no conocía Lima y estaba alojado en la peligrosa “Parada”   en  un último y somnoliento bus  me llevó a su residencial Surquillo para descansar en su chalet (antigua casona de adobe)  durmiendo en   ”chaide chaide”(periódicos tendidos en el suelo) y que, para  tempranito ·curar” la cabeza, qué mejor  que con el · “Negro”  un cebiche  de su comadre en el mercado y  un par de chelitas una para cada uno,  pato que pagaste tú, Jorge había quemado hasta el último cartucho en el “Palermo”

Caballero, yo no tenía nada que hacer, despedido  por la UNSCH buscaba una plaza para competir con el  Loco” y me fui . Después  supe  de ti y tus triunfos en el cine sólo de oídas.

Cuando leí la nota de Felipe López “Nos dejó “Kukuli” creí que se refería a la pintora, hija de Alfonsina Barrionuevo, pero no imaginé que fueras tú, Negro de piel,  pero como todo  artista de pueblo; blanco de conciencia.

 Te adeudo  una reunión en la que debo ser yo quien pague el pato.

 Hasta entonces, Lucho Figueroa, descansa en paz.

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