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Por Ascencio Canchari Sulca
CARTA DESDE LEJOS
En el mundo existen dos tipos de seres: los animalitos y el hombre. “En el lado de los hombres existen días alegres y tristes. Existimos nosotros. Estimado amigo. Hoy me encuentro lejos, lejos de donde tú te encuentras. Me siento mal al no poder visitarte y verte. Pero, espero que estés acompañado por tu compañera de toda la vida. Tu querida esposa. Te escribo desde la huerta de la casa. Los cuyes, Otto el gallo, los mininos, están en completo silencio. Me ha brotado una pequeña lágrima de los ojos.” Escribía Carlos a Rigo su amigo inolvidable, que se encontraba lejos de su pueblo, pues había enfermado.
Cuenta la historia que Carlos y Rigo se habían conocido hace más de diez años en una reunión en el barrio donde vive Carlos. Desde entonces entablaron una bonita amistad que dura hasta ahora y creo hasta siempre. Según cuenta Carlos, Rigo es un tipo que ya pasa sus 60 años, es un hombre de negocios, un hombre trabajador, un líder de su pueblo. Había caído enfermo varias veces. Desde años atrás.
Mientras tanto Carlos es un muchacho con rasgos rurales, pero buen estudiante según nos ha dicho, vive con sus dos mamás, su abuelita y su mamá. Y se dedica a la docencia. Vive en una casita de ladrillo y calamina. Se mete a su cuarto y saca sus diplomas para mostrarnos de que no estaba mintiendo. Me atrevería a decir, que así como es se debe llevar y muy bien con sus vecinos. Y con sus amigos.
Ahora, por azares de la vida se encuentran separados. Rigo en una ciudad inmensa y Carlos en un lugar más pequeño. La historia de estos dos amigos es muy interesante. Recuerda Carlos que una vez, en uno de sus viajes, pues acostumbraban viajar, se encontraban en Puquio, en la Provincia de Lucanas, Ayacucho. “Sucede que de retorno de Coracora habíamos salido ya como a eso de las seis de la tarde, en una pequeña combi, rumbo a Puquio, pensando llegar a eso de las diez de la noche y poder tomar el bus hacia Lima. [Sonríe Carlos]. Pero sucede que la combi por la inmensa neblina avanzó despacio y llegó a Puquio a eso de las once de la noche, cuando la mayoría de los carros de esa hora ya habían pasado”
“Teníamos que esperar el carro de la una de la madrugada allí en plena carretera conjuntamente con otras personas. No habíamos llevado sino sólo nuestras casacas. Esperamos el carro por más de dos horas, caminábamos de un lado para otro para no poder helarnos. Al fin apareció el bus, subimos y en los primeros asientos que vieron nuestros ojos tomamos asiento, yo no sé si Rigo pero yo tenía las piernas muy heladas”, cuenta Carlos.
Carlos, nos cuenta sobre muchas cosas, o aventuras que habían pasado juntos con Rigo. “Rigo me enseño muchas cosas, me hizo ver y conocer el Ayacucho profundo, pues yo conocía limitadamente, es un tipo bien bacán, algunas veces se molesta como no te imaginas, pero otras veces es como un hermano, como un padre. Protector de los amigos. Él es frontal, consecuente y honesto. Si algo he aprendido de él son esas dos cosas, consecuencia y honestidad.”
Con esta pequeña “carta desde lejos”. Cumplo con la promesa que le hice a Carlos. De escribir sobre su amistad con Rigo, su amigo, padre inolvidable. Con la promesa de escribir en una próxima oportunidad más detalladamente.
En una época como la nuestra, la amistad de estos dos amigos, ojalá pueda reflejar en nuestros corazones, una esperanza de amistad. Una amistad para que aquellos que somos hijos queramos más a nuestros amigos, padres y hermanos. Para que queramos más a la humanidad. En un mundo tan metalizado.
Nota: Publicado en el Diario Regional “La Calle” el jueves 15/03/2012
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