viernes, 17 de febrero de 2012

¿SABÍAN QUE LOS PERIODISTAS LO SABEN TODO?



Necías E. Taquiri Y.

Durante seis meses nos hemos alejado de la actividad periodística para convertirnos en ciudadanos comunes que observan la labor de los periodistas (después de 30 años de ejercicio comunicacional personal). Nos referimos, obviamente, al periodismo ayacuchano, porque del periodismo nacional no queremos opinar aún, debido a que tampoco queremos confundir lo nuestro con las particularidades de la profesión en otros lugares.

En ese tiempo, comprobamos que ‘periodistas’ hay de todos los tipos y en todos los medios: radioemisoras, canales de televisión y periódicos pequeños que circulan con relativa periodicidad en la ciudad de Huamanga.

Otro detalle importante, observado durante estos seis meses, es que, si bien algunos periodistas ayacuchanos, alcanzan informaciones con relativo cuidado, después de haberlas redactado previamente y con apego a la objetividad exigida, los otros, de un total de 200, aproximadamente el 90 por ciento, no hacen sino llevar apuntes, grabaciones o filmaciones que, luego, con un castellano alborotado, sin decencia ni objetividad, ni reparos de concordancia de género y número, ‘rellenan’ irresponsablemente con sus comentarios adicionales, llenos de suspicacias, supuestos e hipótesis de toda naturaleza, con el denominador común, de que actúan con una sabiduría supuestamente superior al de cualquiera. ¡Periodista, pues!

Dan una noticia, por ejemplo sobre las declaraciones de un alcalde, de un funcionario del gobierno regional, del magistrado equis o del profesor zeta, o, a raíz de haber recibido una llamada telefónica de cualquier oyente o televidente, y param-pampam, tienen el pretexto exacto para regodearse durante el tiempo que les dé la gana, porque algunos son empresarios-periodistas, y lo pueden combinar con sus 20 ó 40 textos publicitarios, más una o tres noticias que, a veces, son monotemáticos y los repiten de lunes a viernes con ligeras variaciones, dando (eso sí) lecciones de moral, ética, razón, justicia y todo tipo de valores.

Todos los periodistas son sabios, expertos y prístinos cuando hablan. Delante de los micrófonos de cualquier radio, como mismos oradores. Y delante de las cámaras de televisión, con todos sus gestos de grandilocuencia, muecas y señas.
No hay nada que no sepan los periodistas de Ayacucho a profundidad. Saben tanto que cuando les da la gana tratan de ignorantes a los ingenieros, porque una obra salió mal, y deben irse a sus casas; de corruptos a cualquier funcionario, empleado o colega; y, en fin, a cuantos se le crucen en el camino, o en cuanta noticia aparezca el pobre ignorante, para merecer el veredicto calificativo del periodista sabio.

Algunas mujeres, que también se dedican al oficio; desde el oscuro rincón de alguna callejuela de redacción, nos atosigan el oído y la vista, con su moralina y complejos de superioridad, que si dios existiera, sintiera celos por ‘haberlo superado’.

Y pensar que si les haces un elemental seguimiento, estos sabios tienen, no yayas sino carcas en su vida personal, y defectos en el oficio porque escriben así: “a venido”, “viajó ha Lima”, “a ‘decido’ en su discurso”. Si se atrevieran a estudiar en la Universidad, no aprobarían ni Español I. Y sobre filosofía o ética, saben tanto ‘como de alfajor, los asnos de monte’.

Si estos 200 periodistas se ‘trasladaran’ a ocupar todos los cargos de todos los  funcionarios, jueces, fiscales, líderes, militares, estadistas o alcaldes que critican a diario, calificándoles con aires divinos matiné, vermouth y noche, Ayacucho sería el lugar más maravilloso de la Tierra, o el moderno Olimpo del siglo XXI, en la tierra de las 33 iglesias. Lo malo es que, de esos 200, podrán 10, atreverse a tocar las cuerdas de la guitarra con sus propias manos, ya que los demás, a lo sumo, preferirán seguir como están: bla, bla y bla.       

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