En dos semanas probablemente estemos comiendo puchero donde doña Umbelina Paredes en su acogedora casa de Chorro , nuestras papilas gustativas lo esperan con ansias y si hablarán , cual ovacionado "torero, torero, torero" , dirían "puchero, puchero, puchero". Tendrá que ser temprano pues IG debuta ante Universitario en domingo carnaval.
Antes , pasacalles recuerdan no emplear molle en las yunsas -ver abajo , "ajenas a la cultura andina" - y noticias que advierten que se penará el juego brusco en Lima , pero que por extensión tendría que ser también en Ayacucho . A la par , existen llamados a no derrochar el agua.
"Maestro saque su pasaje con tiempo" es la recomendación para el profesor de Economía y Legislación Ambiental con quien se ha fijado la segunda sesión de clases para el 18 y 19 de febrero en pleno carnaval. Nos preguntamos internamente ... ¿Haremos clases?.
Carnaval, carnaval, carnaval , carnaval ........ alegría sin igual.
CARNAVALES EN EL PERU
Leo Casas Ballón (*)
Decimos carnavales, en plural,
porque se manifiesta en centenares de formas diversas. Sería imposible enumerar
siquiera una tercera parte del total ya
que en cada lugar se le asigna un nombre diferente y asume características
particulares. Cada expresión es única y muestra la riqueza cultural del Perú.
Refiriéndose al carnaval andino,
José María Arguedas expresaba lo siguiente: “Es la fiesta más grande de los
indios peruanos (…) y su música es la más hermosa de todo el folklore peruano
(…) debe tener un lejano origen indio puro (…)”.
Los rasgos distintivos de los
carnavales peruanos son la alegría desbordante, su carácter masivo, la gran
presencia juvenil durante las celebraciones, la extraordinaria diversidad
musical, la gran variedad, picardía y erotismo de las canciones; el colorido de
la vestimenta, la abundancia de comidas y bebidas,
su origen eminentemente campesino y rural y su indudable relación con las
actividades agrícolas y ganaderas, donde
prevalecen rituales ancestrales.
Celebraciones en las ciudades
La celebración de los carnavales en la costa
peruana no alcanza la profusión y el arraigo que puede apreciarse en la sierra
y en la selva, salvo en algunas
comunidades de gran presencia y tradición afroperuana (como Malambo, Surco y
Cañete en Lima; Chincha, Nazca y Palpa en Ica; Acarí en Arequipa y Talandracas
en Piura).
Por otra parte, las
manifestaciones urbanas –algunas gigantescas y muy renombradas– carecen de la
riqueza simbólica que puede apreciarse en
la festividad rural. Sin embargo, no debemos perder de vista que los carnavales
contemporáneos en el ámbito urbano también muestran la eclosión de alegría, erotismo y sexualidad
juvenil; las formas de organización, cohesión y control social; así como los
modos de reafirmación de los lazos de
parentesco, del poder local y hasta de la redistribución económica.
Los carnavales que se celebran
actualmente en ciudades grandes como Cajamarca, Huamanga, Puno, Andahuaylas,
Yurimaguas o Chachapoyas destacan por su
carácter multitudinario, su espectacularidad, colorido, alegría y frenesí.
Otros rasgos de estos carnavales
masivos de las grandes urbes son la organicidad, la institucionalidad y el
régimen que presentan. Se disputan premios
y distinciones otorgados por municipios, entidades turísticas o empresas y
compiten por la originalidad y vistosidad de sus disfraces y carros alegóricos, así como por el ingenio y
la sincronía de la coreografía de su danza.
Sin embargo, es innegable que
cada año se distorsiona y mercantiliza esta formidable expresión cultural, tan
compleja y rica por su origen, evolución
y simbología, así como por los mecanismos sociales, económicos y hasta
políticos que la motivan y dinamizan.
Principales escenarios y rasgos distintivos del carnaval peruano
Como se ha mencionado, las
características particulares de las celebraciones convierten a los carnavales
peruanos en la muestra perfecta de nuestra
diversidad cultural. A continuación, mostramos cómo se desarrolla la fiesta en
algunos de los escenarios más importantes.
1. Puno
La ciudad de Puno es la muestra
perfecta del carnaval urbano del altiplano llevado a su mayor perfección.
Veinte mil bailarines y unos dos mil músicos
en escena. Contrapunto de estudiantinas (orquestas que ponen el acompañamiento
musical), vestuario y coreografía disputando prestigio, orgullo social, honor institucional
y primacía generacional. Catalizador de voluntades, esfuerzos y recursos.
Por las calles de la ciudad
discurren ríos humanos multicolores, suave cadencia de caderas sensuales,
requiebros, abrazos, roces de suave intensidad,
manos entrelazadas, sonrisas coquetas e incitantes; polleras y mantones ondean
en fascinante coreografía. Trémolo de mandolinas, sonido de violines y acordeones, rasgueo de
charangos y diálogo de zampoñas contrastando con el bordoneo de guitarras,
guitarrones y contrabajos. Melodías de
cromatismo perfecto. Armonía llevada a la exquisitez suprema. Deleite
embriagante para la vista, gozo inefable para el oído, regalo para el espíritu, poema hecho
color, movimiento y sonido. Arte excelso. ¡Pura vida!
2. Huamanga
En Huamanga, capital regional de Ayacucho, los
carnavales mantienen aún su sabor quechua y rural. Aquí las quenas, las tinyas,
el cencerro, los pitos y el canto
quechua opacan el hábil bordoneo de las guitarras, el trino de las mandolinas y
las canciones en castellano. Los versos campesinos son mucho más creativos,
agudos e incisivos, tanto para cantarle al amor en ingeniosas metáforas como
para la crítica social. Jueces,
policías, curas, militares, autoridades ediles, regionales y nacionales, así
como políticos en general, “inspiran” canciones que hablan de abusos, fechorías, leguleyadas, farsa
democrática e impunidad.
Todo esto va aparejado con
escenografía, gestos, disfraces y representación dramatizada de escenas cuya
jocosidad no hace más que aumentar la
ironía y creatividad de un pueblo frustrado de leyes, instituciones y
representantes que son ajenos a sus intereses, necesidades y exigencias. La solemnidad del Perú oficial
llevada a la parodia. No en vano los carnavales se llaman “pukllay” en quechua,
en su significado de “juego” o “jugar“.
“Si todos, toda la vida juegan con nosotros, ahora nos toca jugar con ellos”.
Ésa es lógica.
3. Andahuaylas
Canción, música, danza y alegría
desbordada por calles y plazas. Campesinos de todas las comunidades del valle
del Chumbao y de las alturas toman las
calles de la ciudad. Han cantado y bailado sin sosiego y hasta casi la
extenuación en sus comunidades, pero nadie se da por satisfecho hasta no hacer una demostración
masiva, multicolor, bulliciosa, altiva, soberbia, viril, orgullosa,
incontrolable y frenética de su presencia
en aquel escenario, por donde otros días del año pasan casi como huyendo del
lugar donde habita la discriminación, el abuso, la burla y hasta el desprecio.
Las grandes comparsas hacen un
alto en las esquinas, en la plaza, en el parque. Forman un círculo en silencio
casi sepulcral. Sale un hombre, se
remanga el pantalón hasta la rodilla, se para con las piernas entreabiertas, en
trance de gallo o toro en ruedo, pasea su mirada desafiante entre el gentío hasta que señala un punto y
hace el gesto de llamar a alguien que no tarda en salir. Se cuadra delante de
su contendor, también se remanga el
pantalón en una pierna. Cumpliendo un código no escrito, el retador cruza los
brazos sobre el pecho, mira despectivamente el horizonte mientras el desafiado baila a su
alrededor blandiendo un zurriago u honda trenzada de cuero con punta de cabuya,
la misma que hace retumbar en un chasquido escalofriante mientras de rato en
rato hace el ademán de descargar un golpe en la pantorrilla pelada. En este momento, los familiares, compadres, ahijados y
amigos de los contrincantes tocan y cantan canciones ofensivas para el rival o
versos cargados de valor, fuerza y
orgullo para su allegado. Luego de unos momentos tensos, el zurriago se enrosca
una y otra vez en las pantorrillas de uno y otro, llegando a marcar surcos enroscados y
sangrantes.
Tres, seis, ocho meses antes, en
algún recodo del camino, en una fiesta, en cualquier circunstancia, uno de
ellos o sus familiares (esposa, hija o
padres), recibieron una ofensa. El ofendido reta al ofensor para media docena o
una docena de zurriagazos en los carnavales. En el intervalo no hay más ofensa, ni peleas ni insultos.
Después del instante supremo del castigo, se brinda con una chicha o una copa
de aguardiente y todo queda en paz. No
hay dientes desgranados a puñetazos, costillas hundidas a patadas, cabezas
rotas a pedradas o a palos ni enemistades interfamiliares heredadas de padres a hijos y
nietos.
Esta sabia profilaxis ancestral
contra la violencia se llama siqullu. Hay variantes como el paki, el champa
tikray, el yawar mayu, el lucheo y la waylía,
entre otras.
Dos atingencias importantes:
- La yunsa, unsha, úmisha,
wachiwalito, sacha kuchuy, tumbamonte y otras denominaciones con que se conoce
la hoy arraigada costumbre de adornar un
árbol con globos, serpentinas, frutas, juguetes y hasta con paquetes de regalos
para cortarlo después entre baile y baile, es absolutamente ajena a la cultura andina, donde
el árbol es venerado, cultivado y cuidado como símbolo de vida, cuyo uso es
estrictamente utilitario y mesurado. No
hay duda de que esta costumbre es reciente, de origen amazónico y ritual. Lo
contradictorio es que ahora se practica incluso
en zonas como Espinar (Cusco) o en el altiplano puneño, donde el árbol es casi
inexistente y cuyo cultivo y crecimiento requiere mucho cuidado y trabajo.
- El juego con agua, hoy
convertido en una forma de agresión brutal e indiscriminada a transeúntes en
las calles de Lima y otras ciudades, tiene origen en un ancestral baño ritual de los
campesinos indígenas andinos quienes, desde épocas remotas, rendían culto al
agua como elemento masculino, en un acto
para propiciar la fecundidad de la Pacha Mama (Madre Tierra).
Fuente : http://www.chirapaq.org.pe/pdf/Wayra/Wayra45.pdf ( Wayra Año 4, mar. 2008 N° 45 )
Video : http://sarhuallaqta.blogspot.com/2008/03/pukllay-huamanguino-con-chinlile-boris.html
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