lunes, 20 de junio de 2011

21 DE JUNIO : DIA POR UNA AMERICA LATINA LIBRE DE TRANSGENICOS

Latinoamérica es la zona de mayor biodiversidad agrícola del planeta y centro de origen de muchos cultivos fundamentales para la alimentación humana, como lo son el maíz, la papa, porotos, yuca, maní entre otros. Contradictoriamente es la zona con mayor cantidad de cultivos transgénicos después de Estados Unidos, con amplias áreas sembradas de soja, maíz y algodón transgénicos.



Los cultivos transgénicos amenazan con destruir miles de años de seguridad y soberanía alimentaria de nuestros pueblos y con provocar una irreversible contaminación genética como la ya causada en México, país centro de origen del maíz.



Los organismos manipulados genéticamente, llamados "transgénicos", son organismos nuevos creados en laboratorio, cuyas características han sido alteradas mediante la inserción de genes de otras especies. Estos organismos no pueden ocurrir en la naturaleza y no se puede predecir como interactuarán con los ecosistemas ni cuáles serán las consecuencias de su liberación en el ambiente. Estudios científicos y experiencias de campo demuestran que los cultivos transgénicos no poseen un rendimiento más alto que los cultivos naturales, que son más contaminantes y que introducen nuevos riesgos para la salud y para el ambiente.



En enero de 1999, con el objetivo de oponerse a estos cultivos, organizaciones sociales reunidas en Quito, Ecuador durante el "Seminario Latinoamericano sobre Organismos Transgénicos y Bioseguridad", crearon la Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT).



La Red por una América Latina Libre de Transgénicos determinó que el 21 de junio fuera declarado como Día por una América Latina Libre de Transgénicos. Este día fue escogido porque coincide con el Solsticio de junio, día de mucha importancia entre las culturas americanas, donde se llevan a cabo una serie de prácticas relacionadas con la cosecha del maíz, la papa y otros cultivos.









LOS TRANSGÉNICOS EN AMÉRICA LATINA
Elizabeth Bravo – En “América Latina : La transgénesis de un continente”
Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT)
ebravo@rallt.org




América Latina es la región con mayor extensión cubierta por cultivos transgénicos en el mundo; irónicamente es también la región con mayor biodiversidad agrícola.

De América Latina ha salido el maíz, la papa, los fréjoles, la yuca, el cacao, las calabazas, el tomate y muchos otros cultivos que han alimentado al mundo desde hace 500 años.

Por otro lado, sólo en el Cono Sur hay una superficie con soya transgénica de más de 42 millones de hectáreas, lo que equivale a una superficie dos y medio veces superior al territorio de la República del Uruguay. Esto ha cambiado la estructura agrícola de los países, ha transformado el paisaje y causado la desaparición de importantes ecosistemas como los bosques amazónicos, el Pantanal, el Chaco, la pampa húmeda y la Mata Atlántica.

Desde la zafra 2002/2003 las exportaciones procedentes del Cono Sur superaron a las de Estados Unidos. Argentina es al momento el primer exportador mundial de aceite de soya (exporta más de cuatro millones de toneladas métricas al año), seguido por Brasil (2 millones 718 mil toneladas métricas al año) (USDA-FAS, 2007a). Argentina es también el primer exportador de harina de soya (19 millones de toneladas métricas al año), seguido por Brasil (14 millones 792 mil toneladas métricas) y Estados Unidos (4 millones 690 mil toneladas métricas) (USDA-FAS, 2007a).

Estos niveles de exportación se alcanzaron a costa de la sustitución de ecosistemas naturales, de la sustitución de otros cultivos, del desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas, y de la implementación de un modelo de producción basado en el siguiente paquete tecnológico: Soya RR+ aspersiones aéreas con Roundup + siembra directa.

El maíz es otro de los cultivos transgénicos que ha sido introducido en la región. Aunque su expansión ha sido menos agresiva que la soya, los impactos de su introducción en centros de origen pueden ser muy graves.

Hay algunos países como Chile y Costa Rica que están dedicados a la producción de semillas transgénicas contra estación.

A QUIÉN BENEFICIA EL COMERCIO DE LOS TRANSGÉNICOS

Independientemente de dónde se siembre la soya o el maíz a lo largo de la cadena productiva, son empresas estadounidenses o europeas quienes se benefician del negocio de la soya y el maíz transgénico.

Algunas proyecciones hechas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) sugieren que en los próximos años la industria soyera estadounidense estará más orientada a su mercado doméstico, mientras que el Cono Sur tendrá cada vez más participación en el mercado mundial. Esto no significa que las empresas estadounidenses dejarán de beneficiarse. En la cadena de producción y comercialización de la soya, cada eslabón beneficia a intereses económicos estadounidenses.

Universalmente se identifica a la empresa biotecnológica Monsanto como la gran ganadora de la implantación de la biotecnología moderna en el agro: ella es portadora de la patente de la soya RR, del gen RR y de la marca Roundup, con la que vende el herbicida glifosato.

A nivel mundial Monsanto controla el 91% de las semillas de soya transgénica. En algunos países, Monsanto no vende semillas. Como portadora de la patente,‘“licencia sus genes” a las empresas semilleras, donde la ganancia está en el cobro de regalías vía propiedad intelectual. Es por eso que ha sido tan importante para Estados Unidos presionar para que los países de América Latina cambien su legislación de propiedad intelectual para que reconozcan por ejemplo patentes en semillas, de tal manera que además de las regalías que paga un agricultor cuando compra semillas de soya RR, Monsanto quiere cobrar el llamado “impuesto tecnológico” que es un porcentaje del producto de la cosecha. Este pago adicional es reconocido en Estados Unidos, pero no lo permite la legislación de la mayoría de países de América Latina. Lo que ha pretendido la empresa es transformar al importador en agente de retención del pago de este impuesto que ella considera justo, y ha enjuiciado a decenas de importadores europeos, a quienes reclama 15 dólares por tonelada importada de soya por el uso de sus “genes patentados”.

Los agrotóxicos son parte indispensable del paquete tecnológico con que se cultiva la soya RR. La soya RR ha sido manipulada para que sea resistente al herbicida glifosato. Es la misma empresa Monsanto la que vende el glifosato junto con la semilla, cuyo consumo ha aumentado significativamente en los países que cultivan soya transgénica. Se calcula que en el año 2006, el consumo de glifosato fue de 130 millones de litros, a lo que se sumaron otros tantos millones de toneladas de insecticidas, fungicidas y fertilizantes, que se usaron tanto en este cultivo como en el maíz.

LAS EMPRESAS COMERCIALIZADORAS DEL GRANO

Indistintamente del país donde se produzca la soya, son cuatro empresas las que verdaderamente se benefician del comercio mundial de la soya. Tres son estadounidenses: ADM, Bunge y Cargill, y una francesa, Louis Dreyfuss. Ellas controlan el 43% de la elaboración de aceite en Brasil y el 80% del comercio de la soya o sus derivados en la Unión Europea. Controlan además el 75% del mercado de soya en Estados Unidos.

Cargill tiene su propio control en la cadena alimenticia, con operaciones en 23 países. Controla el 40% de las exportaciones de maíz en los Estados Unidos, el 33% de las exportaciones de soya y el 20% de las de trigo.

ADM es una importante receptora de subsidios corporativos en Estados Unidos, y es una de las principales financistas de las campañas electorales de los dos partidos políticos dominantes de su país. Además está involucrada en toda la cadena productiva de la soya: procesa todos los derivados de la soya, es importadora, exportadora, la más importante fabricante de lecitina de soya y controla una inmensa red de silos y elevadores en todo el mundo.

Bunge, es la mayor procesadora de aceite de soya a nivel mundial, con intereses en el Cono Sur, América del Norte y Europa. Es la más grande importadora de productos derivados de soya en el Asia y el principal proveedor de harina en el Medio Oriente. En Argentina, las 4 empresas mencionadas controlan el 78% de las exportaciones de trigo, el 79% del maíz, el 71% de la harina de soya, el 95% del aceite de soya, y el 97% del aceite de girasol.

Pero la gran ganadora de la producción de soya y maíz transgénico, es la industria avícola. En el año 2002/2003, el 49,5% de la soya producida en los Estados Unidos estuvo destinada para alimentación animal, especialmente por el sector avícola. También en América del Sur se ha registrado un fenómeno similar. Gran parte de la soya sudamericana está destinada a la industria avícola europea y asiática.

Hay una tendencia y una campaña a nivel mundial para que se incremente el consumo de carne, especialmente de pollo en América Latina. Se prioriza entonces el uso de los alimentos para animales a costa del auto-abastecimiento. En México se destina por ejemplo a esa finalidad el 66% de la producción y sólo el 34% restante es utilizado para nutrir a 100 millones de habitantes.

LA AYUDA ALIMENTARIA

Se calcula que un 6% de las exportaciones estadounidenses de granos se realizan bajo la forma de ayuda alimentaria (Clapp, 2005: 468). Cada año el USDA y el Programa Mundial de Alimentos exportan unos 3,5 millones de toneladas de ayuda alimentaria con transgénicos, contraviniendo las disposiciones regulatorias de varios países receptores. El 30% de estas donaciones se canalizan a través de las empresas Cargill y ADM (Walsh, 2000:18).

La ayuda alimentaria con transgénicos ha sido motivo de preocupación de varios gobiernos receptores. La población más vulnerable de los países más pobres del mundo está recibiendo alimentos transgénicos a través de los programas de ayuda alimentaria. Ellos pertenecen a los grupos tales como niños, mujeres embarazadas o lactantes, en algunos casos pacientes HVI+, con niveles de desnutrición alarmante y un sistema inmunológico muy delicado, que viven en situaciones de estrés por la guerra o por haber sobrevivido desastres naturales.

La ayuda alimentaria no puede constituir un mecanismo para colocar excedentes agrícolas y mucho menos para colocar productos que otros no quieren. Mientras haya producción de transgénicos, el mercado de los pobres estará abierto a estos productos vía ayuda alimentaria.

Se ha evidenciado la presencia de transgénicos en la ayuda alimentaría en países como Ecuador, Bolivia, Colombia, Nicaragua y Guatemala. En el año 2006, cuando en el mundo se denunciaba la contaminación del arroz convencional con un tipo de arroz transgénico no autorizado para la alimentación humana, se detectó la presencia de este arroz contaminado que llegó como ayuda alimentaria a Nicaragua y varios países de África, luego de que se devolvieron miles de toneladas de arroz destinados para la exportación a Europa y Asia.

Y AHORA LOS AGROCOMBUSTIBLES

Los agrocombustibles van a ser la puerta de entrada de los transgénicos en los países que hasta el momento no han adoptado esta tecnología para la agroalimentación.

El Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA) calcula que de las 114 millones 300 mil hectáreas sembradas con transgénicos a nivel mundial en el 2007, un 9% fueron dedicadas para la producción de agrocombustibles. Por otro lado se calcula que el 25% del biodiesel provendrá de aceite de soya.

Las empresas que están en el negocio del etanol esperan que se afine la tecnología de la celulosa a partir de eucalipto, para iniciar plantaciones a gran escala de este cultivo. Ya se están haciendo ensayos de eucalipto y caña transgénica en algunos países de América Latina, y Monsanto anunció que ha adquirido a las dos más grandes empresas biotecnológicas del Brasil, Alellyx y CanaVialis (ambas propiedad de Votorantim), convirtiendo al Brasil en el centro mundial de investigación de caña para Monsanto.

EXPERIMENTANDO EN AMÉRICA LATINA

En Chile, de manera particular, se está ensayando con cultivos que no han salido al mercado de manera comercial (ver artículo sobre las liberaciones en Chile). Adicionalmente se han aprobado características genéticas aun más riesgosas que las que ya están en el mercado, por ejemplo, eventos transgénicos que contienen genes humanos, como es el caso del arroz de la empresa Ventria que expresa la lisozima y lactoferrina humanas.

A este respecto, hay que señalar que en Perú en el año 2006, se experimentó con una solución líquida que incluía este arroz transgénico con infantes en hospitales públicos. La solución se aplicó en el tratamiento de la diarrea aguda. Se experimentó con 140 infantes de 3 a 36 meses elegidos al azar. Esta fue la primera vez que se experimentaba con infantes usando organismos transgénicos que contienen genes humanos. Estas proteínas pueden encontrarse en la lecha materna, células epiteliales, saliva y lágrimas de manera natural.

AUN TENEMOS ALGO QUE DEFENDER

A pesar de todo lo dicho, varios países de América Latina aun no han aceptado los cultivos transgénicos a nivel comercial en sus territorios. En la región andina, se han declarado “Libre de transgénicos” el Ecuador, hay intentos de hacer lo mismo en Perú y el presidente Chávez de Venezuela se ha pronunciado en contra de los transgénicos. Además, la región Andina fue declarada libre de papa transgénica.

El camino no es fácil, pues hay un interés muy grande por cubrir América Latina con transgénicos, especialmente para satisfacer la demanda de agrocombustibles y favorecer a la creciente industria avícola.

Sin embargo, este es el reto que tenemos por delante.

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