domingo, 2 de marzo de 2008

Ayacucho , región vulnerable al cambio climático

De "El Comercio" ( 02-03-08)

Nueve regiones son las más vulnerables a cambios climáticos

Luego de cruzar los mapas de peligros climatológicos con los índices de desarrollo humano, se concluye que las regiones más vulnerables son también las más pobres.

Por Nelly Luna Amancio
Los habitantes de dos de las regiones más deforestadas del país, Ucayali y San Martín, resisten hoy las precipitaciones e inundaciones más inflexibles. ¿Existe alguna relación? Sí. Mientras más deforestada esté una región, el agua de las lluvias se deslizará sin control hacia los centros poblados. La actividad que en algún momento les generó ingresos (tala y agricultura) ahora los encierra en una trampa muchas veces mortal.

Con la desaparición de los bosques en Pucallpa y Tarapoto, se eliminó la barrera natural de los huaicos. ¿Qué otras provincias y regiones del país son vulnerables a estos peligros teniendo en cuenta que el 72% de nuestras emergencias es de carácter climatológico? Actualmente la cooperación alemana (GTZ), la consultora Libélula, el Conam y el Inrena desarrollan un mapa de vulnerabilidad en el que se detallará el lugar, el número de carreteras y cultivos agrícolas más susceptibles a peligros climáticos como los huaicos e inundaciones.

Una de las responsables de este proyecto, María Paz Cigarán, adelantó que son nueve las regiones más vulnerables a estos peligros. Áncash es la que concentra todos los peligros a la vez. Pampas Chico, Cajacay, Antonio Raimondi, Marca, Huayllapampa, Huayllacallán y Bambas son los distritos que menos capacidad económica y técnica tienen para enfrentar un desastre ambiental. La misma realidad enfrentan las regiones Apurímac, Junín, Huancavelica, Cajamarca, Huánuco, Amazonas, Cusco y Ayacucho. A esta cifra se llegó luego de cruzar los factores de riesgo con los índices de desarrollo humano (IDH) de cada región.

Todos ellos concentran, además, los cultivos que garantizan nuestra seguridad alimentaria: papa, maíz, yuca, camote, cañigua y frejol. "Construimos, vivimos y producimos en zonas vulnerables", se queja la especialista, precisando que también nuestras carreteras se encuentran en zonas altamente susceptibles a estos fenómenos climatológicos.

"Es necesario que las obras públicas cuenten con los estudios técnicos necesarios para resistir futuros impactos", insiste Paz.

Lima también es susceptible a estos peligros, aunque tenga un IDH más elevado, es decir, su población tiene mejores estándares de calidad de vida y podría enfrentar la emergencia. Pero Carabayllo, uno de los distritos con mayor índice de pobreza, tal vez no podría hacerlo. Además, en la región Lima las provincias de Cajatambo, Huarochirí, Barranca, Huaral, Canta y Huaura son las más expuestas a huaicos e inundaciones.

¿EL CLIMA ESTÁ LOCO?
-- ¿Es o no La Niña?
-- Se ha tratado de asociar estas lluvias a La Niña pero tendríamos que cambiar la definición de este fenómeno, porque en todo caso se trataría de una Niña bastante inusual.
Si bien la evidencia más directa del calentamiento global es el derretimiento de los glaciares, para Julio Ordóñez, director general de hidrología del Senamhi, la intensidad e irregularidad de estas lluvias están asociadas a la alteración del ambiente. "Desde la quincena de enero se visualizó la posibilidad de estas fuertes lluvias", dice Ordóñez al recordar que las autoridades estaban advertidas de lo que vendría.

Agrega que las lluvias se mantendrán hasta marzo. "Lo que no podemos determinar ahora es si continuarán con la misma intensidad, pues responden a patrones de comportamiento alterados".
La incertidumbre de Ordóñez es compartida por otros especialistas. "No sabemos con exactitud qué es lo que se viene, pero sí tenemos una certeza, si no planificamos hoy nos vamos arrepentir después", concluye Ricardo Giesecke, de la Unidad de Cambio Climático del Consejo Nacional del Ambiente (Conam). Y es que el calentamiento global hace que los fenómenos climáticos --como los que el país encara ahora-- sean cada vez más anómalos, intensos, frecuentes pero difíciles de pronosticar.

Otros síntomas de estos cambios climáticos son el retroceso de los glaciares y la disminución del caudal del río Amazonas. "Se está experimentando una reducción del aporte de lluvias en la Amazonía desde los años 80. El 2006 el río Amazonas tuvo su nivel más bajo en 30 años", señala Ordóñez, dejando claro que las lluvias en el Perú están vinculadas con las de Ecuador y Bolivia, y a la sequía en Chile. Es decir, llueve menos, pero cuando llueve es con mayor intensidad.

FALTA MEJORAR VIGILANCIA
La respuesta que dieron las autoridades a las últimas lluvias e inundaciones en las diferentes regiones del país retrata la deficiente capacidad de respuesta ante los desastres de este tipo. Nadie estuvo preparado. El mismo presidente regional de Lambayeque, Yehude Simon, así lo reconoció: "gobierno local, regional y central, todos somos responsables".

El Sistema Nacional de Defensa Civil no ha funcionado ahora, como tampoco lo hizo tras el terremoto de Pisco. Los alcaldes distritales de las regiones afectadas, jefes de Defensa Civil en el papel, reaccionaron tardíamente. El saldo hasta ahora: 21 muertos y unos 500 mil damnificados.
A esta falta de capacidad de respuesta se suma la ausencia de vigilancia continua sobre estos cambios climáticos. Y eso llama la atención, pues el Perú es uno de los tres países más vulnerables a los efectos del calentamiento global.

Así tenemos que el último censo de glaciares y lagunas --de 1987-- estimaba que habían 3.044 glaciares y 602 lagunas alimentadas por estos en la Cordillera Blanca. María Paz Cigarán sostiene que por efectos del calentamiento global muchos de esos glaciares han comenzado a derretirse e incrementar los volúmenes de agua de las lagunas cercanas. "Es preocupante que no se haga un seguimiento del estado de esas lagunas porque podrían superar su capacidad e inundar las poblaciones circundantes".

La especialista sostiene, además, que mientras no se implemente un sistema de alerta temprana, la respuesta de las autoridades siempre será tardía. "Deberíamos contar con un bien equipado sistema de pronóstico así como respuestas de contingencia", dijo luego de precisar que el Senamhi no tiene ninguna estación por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar y, por lo tanto, no se puede hacer seguimiento al derretimiento de los glaciares.