domingo, 11 de enero de 2009

¿ Y DÓNDE CHUPAMOS AHORA?.

Como corresponde , primero consultamos al autor de la nota sobre su publicación en nuestro blog. Necías Taquiri nos respondió positivamente para que su editorial del día sábado 10 en "La Calle" se difundiera también por esta vía.


¿Y DÓNDE ‘CHUPAMOS’ AHORA?

¿Qué costumbres las nuestras, no?, todavía no han dejado de sonar las waylías o los villancicos, todavía las religiosas no han devuelto sus ‘niñitos’ a sus aposentos domiciliarios para invernarlos hasta la próxima navidad, año nuevo y bajada de reyes, los adornos siguen reverberando a la luz de taita sol y a la de los focos, tanto en casa como en plazas, tiendas y esquinas de nuestras calles, y, ¡miren, escuchen, analicen y comprendan, cómo se están promocionando ya los carnavales (la próxima fiesta)!
Luego, lueguito, vendrán las otras fiestas de religiosa celebración, atropellándose unas tras otras, algunas de las cuales incluso durando más del tiempo tradicionalmente establecido, como la semana santa que hace el milagro de durar más de diez días, o el mismo carnaval que aplastará “ceniza”, cuasimodo y otros acomodos para prolongarse hasta junio o julio. Eso, sin contar con las fechas especiales establecidas por el calendario cívico escolar como el día de la madre, del padre, de la secretaria, de la institución educativa, del patrono religioso, de la patria chica, mediana y grande, del santo conocido y del inventado, de las vírgenes creadas muy respetuosamente para tener algo que adorar, cargar o venerar con mayordomos que circularán entre sí o entre invitados.
Pero, no se trata de la fiesta o de fiestas en sí, o de sus celebraciones inclusive, que después de todo, resultarían hasta normales y necesarias para las sociedades por el criterio de la religiosidad, de sus simbolismos necesarios, de los íconos e insignias que las guían, identifican o ponen pretextos para ensanchar amistades, familiaridades y demás sentimientos humanos, como sustentamos con motivo de la Navidad, símbolo de unidad familiar y de amor a los niños, sino de la forma oportunista con que promueven las bebidas alcohólicas de todo tipo, marca y calidad, durante estas fiestas, en lugares preconcebidos para consumirse masivamente, con visos de orgía ‘consentida’, promiscuidad y precocidad sexual, amén de otros vicios que nacen, se proliferan y desarrollan con y a partir de estas fiestas.
La estrategia adoptada es sencilla: un par de chelas para festejar la ocasión, luego vienen ‘dos más’, ‘otras dos de mi parte’, y así gira el círculo sobre un eje común (el motivo de la reunión) hasta la imposición cínica y grosera de la “hora del qué chu…”. Si no hay plata en los bolsillos individuales, a cierta hora del ‘compromiso’ (así se llama a este asunto del chupar por cualquier motivo) se recurre a la solidaria práctica de la chanchita, luego vienen las prendas a dejar en la cantina, las apuestas y el resto lo dejamos a la imaginación popular.
De eso deriva la pregunta que encabeza este comentario: ¿y dónde ‘chupamos’ ahora…, con motivo de haber llegado al sábado, fin de semana? Pocos dicen entre los amigos de barrio, los compañeros de oficina, de promoción, de equipo, etc., ¿y dónde comemos ahora? Si alguien lo dicen, ‘lo atacan’ con un “oq, ¿no te cansas de comer todos los días?, ¿no tienes casa?, ¿eres mujercita para invitarte comida?
De ese modo comienza la juerga, la chupa, la amistad espirituosa que comienza con dos chelas bien a la “Elena”, con música y chisme que va aumentando de volumen y mensajes, hasta el envalentonamiento de algún ‘mala bomba’, la osadía del don Juan del grupo (si ‘el compromiso es mixto’), la broncaza de los amigos que minutos antes estuvieron abrazados, hasta terminar a veces en el hospital o en la tumba. ¿Cuántas veces escuchamos justificaciones como aquello de que ‘no me acuerdo’, ‘fue por una apuesta’, ‘que la botella tiene la culpa’ o ‘tu pantalón’, ‘mi falda’, etc.
Nadie dice, ¿a qué biblioteca nos vamos?, ¿dónde leemos ahora?, ¿te invito al evento aquel?, ¿qué periódico compartimos?, ¿en qué juguería nos vemos?, ¿te invito a un chequeo médico?, ¿te invito a un seminario?
Ahora, en cuanto al consumo racional del alcohol, bueno sería recordar que hagamos en última instancia lo que dice la canción: tomar hasta estar medio borrachito nomás, ‘amaya llumpay machasqaqa, medio borrachito no más”. Consumir por cajas, hasta hacer toneladas, como se ha informado en Ayacucho, está bueno para los que hacen fortuna con estos vicios, porque ocupando primeros lugares en esos concursos cojudos de ‘levanta chelas’, no nos hacen más cultos ni más educados. ¡Ésa es la cuestión!

2 comentarios:

Mabel Soria T. dijo...

Totalmente de acuerdo contigo; el "chupar", no hace más educado, ni más culto al pueblo peruano, más bien todo lo contrario, todos nosotros alguna vez hemos visto como tanto hombres o mujeres, hebrios, se degradan como personas, se "transforman" en seres que nada más avergüenzan a sus familiares.
Lamentablemente, el "chupar" sólo favorece a las billeteras de los dueños de las cervecerías, de las cantinas o bares, pero al que chupa, sólo lo empobrece como persona y perjudica económica y moralmente a su familia.

gsamsa dijo...

Amen. Y Dios nos coja confesados.. ¿Por qué será que ciertas críticas a ciertos vicios evidentes adquieren ese tono entre moralista cucufato y rígido censor estalinista?. No lo digo sólo por el comentario anterior, donde se repiten lugares comunes sobre la condena al vicio, tan relamidos como decir "la pereza es madre de todos los vicios" etc.
Seamos virtuosos, pero sin parecer santurrones. Y más santurrones, todavía con olor a incienso y con modales de celoso inquisidor, son aquéllos que citan en sus escritos a renombrados y reputados ateos, mas en su actos parecieran decir: "¡SOY ATEO Y SOBRIO, GRACIAS A DIOS!"
Y no lo digo sólo por el comentario anterior.